2007/09/25

Paso...

En mi último post acusaba esa tendencia de muchas personas a lavarse las manos cuando algo se tuerce, pero el problema no les afecta directamente hasta que por supuesto suele ser demasiado tarde. Es una actitud, de hecho, muy juvenil, ese pretendido buenrollismo que significa básicamente no implicarse con ideas falsamente concebidas como abstractas cuando no ridiculizadas, pero protestar enérgicamente cuando algo duele, por ejemplo, en el bolsillo, o en las costumbres. Los valores caen tras el velo de una falsa y muy hábilmente vendida toleracia; al final no importa lo que somos, sólo lo que tenemos...

Sin embargo, las cosas no son porque sí, nunca. Detrás de teorías conspiranoicas, se encuentra nuestra esencia misma como seres humanos y, en este sentido, la misma falta puede cometer quien mira en otra dirección como quien, con su mezquina actitud, reclama esta respuesta... y de esto quiero hablar.

En efecto, hay momentos en que "salirse por la tangente", "a otra cosa mariposa", pasar del tema, vaya, es la mejor y más inteligente forma no ya de esquivar un problema, sino de hecho de superarlo. Como no, existe el problema de cuándo "pasar" y cuándo plantar cara a lo que llega, cuestión fundamentalmente personal en base a las experiencias, las circunstancias, el entorno y un sinfín de cosas de las que no podemos hablar aquí; sin embargo, sobre decir que la misma actitud que en un caso puede ser injustificada, en otro puede ser completamente legítima... y digo la misma.

Voy a poner un ejemplo práctico basado en mis experiencias propias. Hace ya años, llegó una carta de Travel Club a mi vieja librería de la calle San Pedro; mi señor padre, que es muy autosuficiente con cartas tipo le ha tocado un premio, club tal o pascual, me dijo, al preguntarle, que no sabía nada de eso, que le importaba un pito, que no lo había utilizado jamás y, de hecho, que me lo regalaba, debo añadir con la actitud de quien regala una tontería a un niño pequeño. Enseguida me llamó la atención el sistema de puntos, los regalos... se lo comenté y de hecho me dio su tarjeta, igual que mi madre; abrí una cuenta en internet con mis datos y empecé a hacer el seguimiento oportuno.

Años después, surgida la oportunidad de viajar a los Estados Unidos con dos amigos del blog, utilicé mis puntos para los tres, con un ahorro de unos 200 euros por billete (aun estoy esperando la cena... es broma). Ya por aquel entonces, mi padre me vino con que "no vayas a ser tan tonto de usar los puntos con tus amiguitos", ante lo cual, puede que por primera vez de forma completamente consciente, le respondí "no, no". Después tema nuevamente enterrado hasta que, hace poco, nos hemos ido, padres y este hijo, a Costa Rica, sobre lo cual si puedo escribiré algo; ante el elevado coste de los billetes de avión, la iniciativa empezó a flaquear y yo, perfectamente consciente de lo que podía pasar, sugerí a mis padres el uso de los puntos, que al fin y al cabo ellos me habían regalado años ha. El ahorro en este caso fue mayor y las consecuencias, como suponía, que desde entonces mis padres me hayan insinuado que les de la tarjeta, que por qué no me saco yo una, que cómo funciona... Muestras tu lado generoso y te comen los lobos.

Es por esto por lo que decía las cosas no pasan porque sí y que, en según qué momentos, la mejor salida es ignorar el problema, hacerse el tonto, y esperar a que desaparezca por sí mismo, de forma tan mezquina como llegó. En el caso del viaje a Costa Rica, decía, por segunda vez volví a pasar de discutir... ¿para qué? Ahora se han vuelto a olvidar. La línea que distingue esta decisión madura de otra cobarde es una trampa para la conciencia en sí misma, pero existe y yo quiero pensar que la he visto ante mis padres, a los cuales quiero, pero a los que a veces entienes empiezas a tratar como a niños.

Un saludo!