2012/09/25

El proceso de "chinización"

Últimamente me he dado cuenta de una cosa. Siempre la he sabido, como todos, pero ha sido hace poco cuando le he dado forma y sentido. Voy a hablar de algo que yo llamo el proceso de "chinización". El término se refiere a lo que está haciendo China, es decir, fabricar productos a bajos costes comprometiendo la calidad de los mismos, pero creando una fortísima competencia con occidente. Habrá quien me diga que hay productos chinos de calidad y yo le doy la razón; es más, si alguien lee este post dentro de unos años seguro que estas palabras sonarán de coña, como cuando hace ya unos cuantos lustros se pensaba lo mismo de los productos japoneses. Pero lo importante a efectos de mi discurso es la tendencia de esta "chinización" generalizada en el momento actual: muchas horas de trabajo, salarios muy bajos, precios imbatibles.

Precios imbatibles... precio, precio, precio, el maravilloso precio. Está claro que a todo el mundo le gusta encontrar gangas, comprar barato, ser el más avispado. La sensación de que otros paguen dos y tres veces más por lo mismo o similar realmente es algo que te hace sentir más listo... hasta que te pasas. En el caso chino que mencionaba, la tentación de comprar móviles, tablets y en general toda clase de productos electrónicos sin marca conocida y a precios diez veces menores, esperando encontrar algo soprendente, es considerable. La verdad, sin embargo, es que la mayoría de eso productos son mediocres y, de no serlo, ya no son tan baratos. ¿Pero por qué nos lanzamos a repetir la experiencia? ¿Tan fuerte es el reclamo del dinero? Mi opinión es que, en el bolsillo de una persona normal (osea una que tiene que hacer cuentas para llegar a fin de mes), el precio supone un 70% del peso de la decisión, por mucho que adornes un producto con garantías, calidades extraordinarias, servicio perfecto y demás.


...El problema es que les estamos copiando. A los chinos, digo. Porque ahora, en plena crisis, todo el mundo va a lo barato. Unos se estrellarán contra un producto o servicio lamentable, otros tendrén más suerte, pero todos repetirán, buscando y buscando, descartando unas ofertas y eligiendo otras, y finalmente tendrán su ganga para comprar ropa, su ganga para comprar libros, su ganga para comprar comida, su ganga para viajar, su ganga para comer fuera de casa, etc. Tal y como están las cosas, ¡a ver quién es el listo que se gasta un pastón en cualquier capricho!

Hasta ahí todo bien, aparentemente: mientras esas personas conserven su poder adquisitivo, cuanto más bonito y barato consuman mejor para ellas. Pero ay amigo, algún día la "chinización" llamará también a la puerta de su propia rama laboral y ya no serán los restaurantes los que tengan menús cada vez más baratos, o los vuelos de avión los que cuesten 20 euros. No. Será en su propio trabajo donde empiecen a tirarse los precios por los suelos, donde se empiece a contratar personal por una miseria y, de la noche a la mañana, su poder adquisitivo se reducirá a la mitad y esas gangas ya no serán tales, sino el pan de cada día. Sólo que, sin darse cuenta, esas personas habrán alimentado la inmensa rueda que nos está empobreciendo a todos.

Esto es lo que yo llamo "chinización": la peligrosa tendencia a competir a base de tirar por los suelos los precios y por consiguiente los salarios. Antes era algo "de inmigrantes": entrabas en uno de esos restaurantes razonablemente buenos y sorprendentemente baratos y, efectivamente, todos los camareros eran de fuera, seguramente con sueldos de vergüenza. "Que trabajen los españoles", decía algún ignorante al que el tema no le afectaba. Otros, al contrario, decían en tono despectivo que los "panchitos" nos quitaban el trabajo a los de aquí... Pero lo que nunca nadie llegó a pensar es que seríamos nosotros mismos quienes nos ofreciésemos encantados a las fauces del esclavismo. Por ejemplo, hace poco vi una empresa de ETT que ofrecía a profesores de idiomas, monitores de gimnasia, profesores de baile de salón, etc. un sueldo de 6,29 euros BRUTOS la hora. Es sangrante ver cómo determinados jerifaltes sin escrúpulos se aprovechan de la coyuntura económica, pero más patético es ver cómo van hacia su propia ruina con los ojos cerrados.


Porque dejemos una cosa clara: los empresarios son igual de idiotas que los trabajadores que se ofrecen por una miseria, ya que su enriquecimiento aparente pronto degenerará en un empobrecimiento de todos los sectores y en definitiva de la gente, que es la que compra y consume sus productos. En definitiva, se nos dijo que esta crisis ha acabado estallando por la estupidez generalizada de todo el mundo, por esos que compraban una casa y la revendían un 20% más cara a los 6 meses. Y pasará lo mismo de siempre, a saber: "Oiga, ¡no voy a ser yo menos!" -en este caso concreto "no voy a ser yo el que se gaste más dinero habiendo tantas gangas"-, lo que habitualmente se conoce como "tonto el último". Y así, entre la locura generalizada, todos nos iremos empobreciendo, vendiendo más y más barato, ganando una mierda y volviendo  a los sueldos de los años 50, cuando sólo podían salir de España los ricos. Tampoco sería tan horrible de no ser porque, en este marco, los millones de personas que ahora tienen una hipoteca media/alta acabarán debajo de un puente si nadie hace algo para remediarlo.

2012/09/14

Crisis

Leo en la portada de El País que "habrá financiación para colegios sexistas". Ojo, que ahora los colegios para niños o niñas de toda la vida son sexistas oiga; bueno, o seguramente lo sean sólo los de niños, tal y como está el percal... La crisis que tenemos, más que económica, es de una profunda gilipollez: hemos sustituido los viejos usos y costumbres por otros nuevos, sin más, que encima son completa y absolutamente amorales y vacíos de contenido ético. Pero en definitiva la gente sigue repitiendo como loros lo que "hay que pensar".

Ejemplo. En los tiempos de nuestras abuelas (puede que también los padres de muchos), si te decían que follar antes de casada era de puta, al menos pretendían que detrás hubiese una argumentación moral basada en la honra, el recato, la fidelidad, la inocencia, etc. Bastantes pamplinas, está claro, y desde luego yo no estoy de acuerdo para nada. Pero ahora lo que hacen es darte condones a los 14 años, enseñarte a chuparla en el manual del insti y decirte que si sigues siendo virgen a la mayoría de edad eres poco menos que idiota; y se hace en nombre de no se sabe exactamente qué: ¿placer? ¿liberación? ¿buen rollo? ¿vivir la vida?

Antes había un Dios, un dios que mantenía una jerarquía, una jerarquía que imponía unos usos basados, en teoría, en las palabras de ese Dios, con sus muchas contradicciones e hipocresías por supuesto. Pero, lejos de haber llegado a pensar libremente y regirnos por un código filosófico-ético independiente, o como se quiera llamar, nos han cambiado al Dios por una especie de Gran Hermano que dicta las reglas, lo que hay que decir y pensar, lo que está en la linea de lo permitido y lo que no, igual que antes, sólo que ahora el mundo se muestra si cabe más frío, más árido, más impersonal; la gente anda distraída e idiotizada, aparentemente con toda clase de caprichos mientras delante de nuestros ojos nos dan por saco en lo verdaderamente importante: el poder tener un trabajo estable, una familia unida, una casa digna... en definitiva una proyección vital, una sensación de que somos personas con una dignidad intrínseca. Y si ya no está detrás el Dios que antes tanto influia a la gente, yo me preguto: ¿qué es ahora? ¿Quién es ese Gran Hermano? ¿A qué intereses responde? ...Tal vez el ser humano siempre necesite una guía de pensamiento, tal vez el sueño de tantos filósofos no fue sino una quimera.

Desde luego, mientras siga leyendo cosas como la de El País esta mañana, con ese tufo a correctismo político que ya empieza a ser rancio, el Gran Hermano estará bien instaurado. No andaba errado mi padre al decir que lo progre, cada vez más, empieza a ser defender el catolicismo y tal.