2017/02/07

Trump y la globalización

Hoy he visto en la portada de El Mundo una noticia sobre una especie de protesta de más de cien empresas tecnológicas de Silicon Valley contra las políticas inmigratorias de Donald Trump. A mí este señor me parece un personajillo y creo francamente que todo el mundo, al menos desde Europa, lo reconoce como tal. Pero hay una cosa que me escama...

Llevo ya un tiempo diciendo que en nombre de la libertad, de la igualdad y de otras palabras biensonantes, nos la están metiendo doblada como quien no quiere la cosa. Uno no sabe si todo esto son consignas dadas desde arriba, o bien si los de arriba, una vez dispuestas las piezas del juego, sencillamente retuercen las reglas a su favor. Y hoy quiero hablar de esa inmigración a la que se refieren los peces gordos de Silicon Valley.

Vaya por delante que parece increíble (y despreciable) que, hace no tantos años, hubiera baños exclusivos sólo para negros en EEUU, o que en Sudáfrica los nativos tuvieran que cambiar de acera cuando se cruzaban con un blanco. Pero pasa -si se me permite moverme pisando la línea roja del Gran Hermano- que, una vez concienciada la población, prosigue el bombardeo mediático. Esto se puede aplicar a otras cosas, como el feminismo, del que he hablado en post recientes. La gente, la juventud, el ciudadano medio, ya no es machista, ya no es racista, podemos considerar eso como avances por supuesto. Y quienes lo son, a qué engañarnos, tendrán simplemente que dejar paso a las nuevas generaciones, porque dudo que cambien a estas alturas. Sea como sea, aunque siempre hay opiniones divergentes, hemos pasado de que el negro no podía pasar de limpiabotas a ver uno de presidente en la Casa Blanca, para entendernos. Es decir, la aceptación ha llegado a su punto álgido. Pero he ahí amigos que, de pronto, cuando toda la gente ya está concienciada, prosigue el mensaje, que adquiere categoría de slogan. Se empiezan a acuñar palabras de nuevo uso a modo de "tags" para definir a los apestados sociales. En el caso que nos ocupa, ése es un xenófobo, racista, intolerante, etc.

De pronto, la simple aceptación ha pasado a categoría de adoración. ¿Carteristas gitanos rumanos impunes robando en Sol a manos llenas? ¡No abramos la veda de las deportaciones!!! El concepto ya no se cuestiona, hay que abrir fronteras, hay que dejar pasar a todos, ¡en nombre de la libertad, de la igualdad! Esto parece muy progresista, ¿verdad? Es entonces cuando te das cuenta de los sueldos miserables que, esos mismos que hablan de tolerancia, pagan a esos supuestamente bienvenidos inmigrantes. Tanto, que las empresas montan en cólera por las políticas inmigratorias de Trump. ¿Alguien cree que es por solidaridad? ¿Por amor a chinos, indios, mexicanos, etc.? No amigos, es sencillamente porque ven amenazado su sistema de producción, que se basa en pagar sueldos de mierda a gente probablemente muy preparada que llega del extranjero a trabajar incluso en tecnología. Por eso antes un ingeniero solía vivir como un señor, y ahora se ha escuernado años para ver si tiene suerte y consigue un sueldo apenas digno.

No tengo la solución para esto. En el mundo de los libros, que conozco bien, obras que antes eran raras, con internet, se encuentran a precio de papel higiénico gracias a ilustres genios que lo que quieren ante todo es vender a mansalva, por supuesto pagando una miseria a los empleados requeridos a tal fin. Pero claro, al mismo tiempo, ¡ellos mismos venden sus productos por cuatro duros! Todo se masifica a la par que se vulgariza. Así, profesiones cualificadas que antes implicaban un buen sueldo, ahora se pagan a perra gorda por la llamada globalización, que en realidad no deja de ser esto de que todo se produzca en todos lados, y todo el mundo se vaya a trabajar a todos lados. De este modo, la gente pasa de comprar cosas baratas en plan ganga a no tener más cojones que comprar esas cosas, porque ellos mismos cobran una miseria. Normalmente, el que vive en una nube y no se ha visto afectado por este proceso piensa "pues me parece muy bien", pero ay amigo, ¡igual algún día estos cambios también llaman a tu puerta! Y luego están, indistintamente, los directivos en lo alto de las pirámides de todas las grandes empresas, esos que no sólo no cobran menos, sino incluso más. Seguro que a esos también les parece muy bien.

Dicen que en realidad los países ricos lo son porque hay países pobres. Esto siempre me ha parecido una frase hecha. En realidad, la globalización va igualando todo. Nosotros ya vivimos peor que nuestros padres, con sueldos más bajos. Y en los países donde se llevan muchas fábricas, la gente va prosperando poco a poco, como descubrió para su sorpresa Jordi Évole en aquel programa donde una chica (de vete a saber dónde) pedía afanosamente a las cámaras que por favor compraran mucho en Europa, que así ellos tenían trabajo en su país...

Acribillado por las etiquetas de xenófobo y demás, Trump quiere, con una mentalidad que ya se ha definido como anticuada, el "America first", es decir invertir esta tendencia, que las fábricas de empresas estadounidenses se queden en EEUU, que los trabajadores de esas fábricas sean norteamericanos. Y francamente, sobre eso no tengo muy claro qué pensar. No creo que el viejo Donald pueda (ni le dejen) parar la inercia de la globalización, pero una cosa sí tengo muy clara: que los gerifaltes han usado el concepto de racismo para, como siempre, explotarnos más sin que nos demos cuenta. Exactamente igual, por ejemplo, que cuando las mujeres empezaron a trabajar, lo cual me parece fenomenal, pero, oh sorpresa, espera... ¿entra el doble de dinerito en casa? Nooooo. Ahora hacen falta dos hormiguitas trabajadoras, dos empleados explotados, para reunir un sueldo decente. Pero la gente acaba notando estas cosas, porque el engaño nunca puede ser infalible. El problema es que empiezan a surgir, en clamor de multitudes, figuras como Trump y otros líderes políticos que critican el sistema, pero lo hacen desde una perspectiva siempre pasada de rosca, histriónica, contestataria, y suelen ser individuos bastante impredecibles. Pero son el producto de que, entre tanto nuevo dogma, la gente empieza a estar hasta los huevos. Me haría gracia si no me diera cierto miedo, y es que revisando mis entradas en este blog llevaba años advirtiéndolo.

2017/01/26

Las afinidades electivas

Tomo prestado el título de una famosa obra de Goethe para presentar esta entrada y escribir sobre algo que ya he visto varias veces, siempre con el mismo resultado.

Vuelvo a comprobar, ya no puedo decir que sorprendido, que los ataques que algunos se llenan la boca definiendo como machistas, no son considerados como tales cuando la víctima de esta violencia es una mujer que se sabe es de derechas. Lejos de reivindicaciones y protestas, lo que veo es la justificación: la han zurrado entre doce tíos, pero ey, es que era una facha...

En realidad esto es una buena noticia y no lo digo en coña. Significa que el género ocupa quizás el último escalafón en nuestra escala de valores, es decir, que la gente da más importancia a otros rasgos ideológicos antes que distinguir entre hombres y mujeres.

Para ilustrar, un ejemplo: cuando se presentaron como candidatos a la Casa Blanca George Bush Jr. y John Kerry, el primero era conservador pero protestante, y el segundo progresista pero católico. Esto puso en una encrucijada al típico señorito español de misa los domingos, que necesariamente tuvo que decidir a qué daba más importancia: si a la ideología de derecha en lo político, o a la religión en lo espiritual. Y como esto hay mil cosas: inmigrantes fachas, curas progresistas, hippies de prêt-à-porter, empresarios de izquierdas y un sinfín de modelos que, al verlos, en función de la simpatía que despiertan, ya nos están demostrando cuál es nuestra escala de valores. Cuáles son, en definitiva, nuestras afinidades electivas.

Y como decía, supongo que es buena noticia que si pegan a una chica entre doce maromos, las feministas y grupos afines callen porque es facha. Significa, en efecto, que lo importante es lo que piense alguien, no su género. Significa que la gente lo que ve ante todo son personas.

...Otra cuestión, por supuesto, es pararse a pensar que para algunos la ideología va por encima de la violencia misma, sea a quien sea. Eso ya me parece más preocupante, pero tampoco puedo decir que me sorprenda a estas alturas, la verdad.

2017/01/03

Naruto, ese héroe

[NO HAY SPOILERS] Ayer terminé de ver Naruto Shippuden y tengo sentimientos un poquito enfrentados. Por un lado, es con mucho la mejor serie de anime que he visto, con permiso de Dragon Quest ("Las Aventuras de Fly" en España). Las aclamadas Bleach o Bola de Dragón, que también he visto, son mierdecillas comparadas con Naruto. Esta serie consigue enganchar sin caer en un mata-mata tan típico de los japos, aportando profundidad, trasfondo y acercándote a los personajes. Hay partes sencillamente memorables, y otras deberían servir de ejemplo a muchas series con actores de carne y hueso de las que todos hablan.




[SPOILER MUY LIGHT] Por otro lado, tiene el mismo mal endémico que todas las series de anime, y me hace pensar en lo diferentes que son los japoneses: las relaciones románticas son insinuadas pero siempre ignoradas. Puedes esperar 200 capítulos para que un personaje le acabe dando una palmadita en el hombro al amor de su vida desde el capítulo uno. A mí, que soy un romántico, eso me mata, pero está claro que los japoneses no mezclan: si quieres ver series pastelosas, las hay a patadas, o directamente eróticas. Pero si la serie es de aventuras/acción, los personajes tienen la madurez sexual de un niño de 10 años. Luego es verdad que suelen aparecer spin-off, o los típicos capítulos de relleno, que (con suerte) pueden desarrollar más esta faceta. Reconozco que al escribir esto me he limitado a ver los capítulos del manga original, pero bueno, no deja de ser, precisamente, el guion puro y auténtico.

[SPOILER MUY LIGHT] Además de esto, me dijeron que el final estaba muy bien cerrado, lo cual para mí es bastante relativo: no está mal, pero podría ser mejor. Como suele ocurrir siempre en las series japonesas, los personajes pueden estar bien desarrollados mientras acompañan a la historia principal. Digamos que su desarrollo sirve a la trama central: lo que sabes de ellos, que en el caso de Naruto es mucho, lo sabes como añadido al argumento. De pronto, cuando la trama finaliza, los personajes se diluyen como terrones de azúcar, y da la impresión de que su vida ya no importa. Naruto tiene un final decente, pero lejos de atar todos los cabos. Nuevamente me estoy ciñendo al manga original.




[NO HAY SPOILERS] Dicho esto, que son males endémicos de las series anime, debo reiterar que Naruto es una verdadera pasada, con elementos de la trama inolvidables, y con una calidad en la animación y una factura artística que verdaderamente acompañan a momentos de la historia sublimes que te dejan pegado a la pantalla. Si alguien tiene curiosidad por saber qué es el buen anime, y si tiene mucho tiempo, Naruto es una de esas experiencias que se quedan grabadas para siempre. Por mi parte, desde luego, Naruto, Kakashi, Sasuke, etc. se quedan en mis recuerdos.