2014/10/09

A vueltas con Excalibur

Me he enterado de lo del perro. Me da pena y pienso que si disponen de medidas para aislar o en cualquier caso evaluar y tratar a más de 50 personas, tampoco pasaba nada por hacerlo con Excalibur. Cargárselo es la solución rápida, evidentemente, aunque no la más honesta.

Me considero "animalista", porque empatizo con los animales y me encantan, y no tolero el maltrato gratuito de los mismos, para el cual aplicaría penas más severas. Pero lo pongo entre comillas porque tampoco quiero que me metan en el saco de esa gente que se está preguntando sin complejos por qué no han matado también a las más de 50 personas en seguimiento, como si fuera lo mismo. Esto da una idea de la sociedad absurda en que vivimos.

El ser humano es la única criatura con una conciencia, capaz de verse a sí mismo desde fuera, de plantearse su existencia como sujeto, de distinguir entre el bien y el mal. No hace falta tener creencias de ningún tipo para entender que el hombre es un ser supremo de la creación o la naturaleza. Precisamente porque el ser humano puede ejercer la misericordia, puede también apiadarse de un perro para salvarle la vida, y eso es loable y lo eleva aún más sobre las bestias, que jamás podrían entender el concepto de justicia y se devoran vivas entre ellas, tanto más cuánto más enfermas y vulnerables son. Como dice un amiguete por ahí, a veces da menos pena que maten a un malnacido que a un animal, porque de alguna forma percibimos que éste es inocente; y por eso resulta doblemente indignante el maltrato animal, porque las personas que lo llevan a cabo saben lo que hacen, y están movidas por el sadismo y otros sentimientos que nacen de lo más oscuro de nuestra alma.

Pero estos conceptos son precisamente humanos y sólo nosotros podemos distinguirlos, ante nuestra conciencia como juez implacable. Por eso, aunque no me gusta la llamada fiesta, yo no me considero anti taurino, porque la gente sólo ve que muere un animal, llegando a decir incluso que los toreros son asesinos (sic), cuando se baten en singular duelo con una bestia, concediéndole una dignidad mucho mayor de la que cualquier animal rebajado a subproducto tendrá nunca en un matadero. Y por eso también me parece que el llamado Toro de la Vega es una vergüenza, donde todo un pueblo aburrido del día a día sale a la calle para el gran acontecimiento: ver cómo una turba embrutecida persigue un toro y lo mata a base de lanzadas, lentamente, desde la cobardía, sin respeto alguno, por puro escarnio elevado a pretendida "tradición".

Es curioso que la gente no distinga entre estos extremos y sólo aprecie si el animal muere, sin importar cómo ni por qué, cuando somos precisamente nosotros quienes podemos darle un valor y un sentido a su vida. "No debemos atribuir a los animales sentimientos humanos", me decía un amigo... ¡de hecho sólo podemos hacer eso y es la mejor prueba de nuestro respeto por ellos! Por tanto es correcto decir que se podía haber hecho más por Excalibur, al que sus dueños querían y trataban como uno de la familia, pero es sencillamente demencial preguntarse por qué no matan también a las personas en riesgo de contagio, colgando vídeos llenos de insultos e imprecaciones. La vida de un animal nunca puede estar al nivel de una vida humana, ocurrencia cada vez más escuchada en boca de inconscientes y una prueba más de que en esta sociedad nos movemos atocinados entre líneas rojas: por dentro haz lo que quieras, pero no pases de aquí, ni se te ocurra plantearte por qué...

Debemos pensar que Excalibur perdura en los corazones de sus dueños, como mis gatos están en el mío, y eso es más de lo que muchos animales pueden contar. Que el perrito descanse en paz, sabiendo que ha enriquecido a esa familia y ahora vive en sus recuerdos.