2011/11/20

Derechos, vida y muerte

Llevaba un tiempecillo sin escribir, pero la conversación que he tenido recientemente con un buen amigo, unida a una terrible visión que me venía sobrevolando desde hace días, me han animado a ponerme con ello. Hay muchos temas sobre los que teorizar, desde los más frívolos hasta los más trascendentales; algunos se olvidan o no llegan a tomar forma, otros quedarán en este blog como testigos de lo que una vez pensamos.

Quisiera detenerme en la palabra que he empleado, trascendental, que en la RAE se define, entre otras cosas, como "que es de mucha importancia o gravedad, por sus probables consecuencias". Voy a arrancar ya y tratar de concretar lo mejor posible cuanto pienso, temo y espero de esta nueva corriente de los "derechos" tan de moda.

Los derechos como (aún) los entendemos hoy en día, es decir universales y comunes a todos los hombres, tienen su origen en la Revolución Francesa del siglo XVIII. Los mismos nacían ante la premisa "liberté, égalité, fraternité", que en castellano es libertad, igualdad y fraternidad; bajo este lema y sobre los cimientos de las sociedades cristianas, surgía el concepto del Estado moderno y su ciudadanía, las democracias tal y como las entendemos y, posteriormente, la Declaración Universal de Derechos Humanos, actualmente bajo el auspicio de Naciones Unidas. Dicha declaración viene a ser un sello de distinción para países civilizados, que por desgracia y viendo el mapamundi no son tantos como cabría esperar.

Eso son los derechos propiamente dichos. Sin embargo, cada vez más, vemos cómo se abusa del concepto para extenderlo a toda una suerte de propuestas, alternativas e incluso ocurrencias, unas buenas pero otras no tanto. A menudo, la idea de que uno es libre de hacer algo se confunde con que tiene el derecho a hacer algo, pero son conceptos distintos de base: la libertad es una potestad personal que suele terminar donde empieza la del resto, siempre y cuando no existan otros mecanismos que la coharten, mientras que los derechos van unidos irrevocablemente a las obligaciones, entendidos como garantías y deberes, y definen un aspecto concreto que va de A a B. Los derechos evidentemente incluyen el concepto de libertad de, pero también de limitación con respecto a, y son comunes (o deberían serlo) a todas las personas independientemente de la vida que decidan llevar. En definitiva: yo soy libre de comprarme un ordenador, pero no tengo el derecho a comprarme un ordenador. No es lo mismo.

Quien haya leído algunos de mis post en este blog de un tiempo a esta parte, sabe que vengo siendo muy crítico con la deriva social en que vivimos y de la que somos testigos a diario. Los individuos, cada vez más desprovistos de valores y referencias sólidas, y no digamos ya de creencias, son cuidadosamente adoctrinados y, al final, explotados sin piedad por el sistema: crecidos muchas veces en familias desvirtuadas, formados en escuelas donde no se enseña nada, bombardeados por la telebasura... No es de extrañar que las personas hayan perdido parte de su espíritu crítico y dignidad personal, cualidades que, aunque inherentes al ser humano, pasan a un segundísimo plano para confeccionar una progenie de consumidores caprichosos, laxos, autoindulgentes, sin demasiada noción de la responsabilidad propia, el sentido del honor, la lealtad y tantas otras cosas denostadas en nuestro tiempo. En lugar de eso, un Estado aparentemente benévolo concede caprichos a sus obejas en forma de derechos exóticos, para que se olviden de que viven sin casa, sin estabilidad, sin familia, sin futuro y sin alternativas, trabajando explotados como un engranaje más de la maquinaria mercantilista. Aparentemente todo tiene solución, no hay consecuencias a nuestros actos y, si se entiende mi discurso, la gente embrutecida abraza esta doctrina, despojada ya de su propia humanidad y reducida a poco más que animales pensantes concienzudamente pastoreados. Y esto es una realidad: no hace falta prohibir nada si las personas han perdido su capacidad de decidir, éste es el gran descubrimiento de los nuevos poderosos... porque siempre hay quien está por encima. El "sistema" disfraza de concesiones el camino que quiere marcar, lo cual no viene a ser otra cosa que lo vulgarmente conocido como políticamente correcto: así, sorprendentemente, han descubierto -como no creo que hubieran anticipado ni en sus mejores sueños- que la plebe asiente cuando le dicen que algo es malo, o bueno, y obedece mansamente a los designios de sus amos; y si alguien se sale del camino marcado, lo señalan y acusan como en esa gran película que es La Invasión de los Ultracuerpos. Nos sorprendemos de que la gente se haya vuelto fría, de que las relaciones laborales sean tan egoístas, de que nadie ayude a nadie, de que vivamos bajo el lema de tonto el último, pero esa sorpresa es precisamente la mejor prueba de la poca visión que se tiene del conjunto y de hasta qué punto la sociedad vive mediatizada.


Volviendo a la conversación con mi amigo, me decía que en los últimos años se ha avanzado mucho en lo que respecta a los derechos sociales y yo le respondía que, cuanto menos, merecería la pena pararse a debatir sobre ello. Es una respuesta arriesgada, porque simplemente cuestionar que una pareja homosexual pueda adoptar a un niño, por poner un ejemplo, es anatema, políticamente incorrecto, se sale del camino marcado y, por supuesto, aparentemente es restrictivo, reaccionario, anticuado: inmediatamente surge el fantasma del dogmatismo teledirigido y una de las partes se posiciona como "el bueno" y la otra como "el malo", y casi nadie se libra de esa sensación nefasta, que no es sino la censura de la libre opinión bajo el control de lo que vendría a ser la policía del pensamiento. Así, toda la vida se ha aceptado que una pareja joven tenga prioridad sobre una entrada en años, o sobre una persona soltera, a la hora de adoptar, porque indudablemente se asemeja más a lo que sería la familia natural del futuro hijo. Pero si la pareja es gay... a ver qué vas a decir, que saltan los ultracuerpos. No lo digo por mi amigo, que al menos entendió mi razonamiento y supo escucharme, pero no deja de ser sorprendente como algunas ideas se censuran a priori. ¿Y sabe el lector cuál es el problema de fondo? Que, aunque dé miedo pensarlo, el niño, teóricamente protegido por las leyes, pasa a un segundo plano y lo hace por débil, vulnerable y necesitado. No es así formalmente, por supuesto, porque estas cosas nunca se dicen de frente, pero es la tendencia creciente, cuidadosamente disfrazada, si se entiende cuanto vengo diciendo.

Voy a pararme de hecho sobre el concepto de vulnerabilidad y dejar aquí una reflexión. Cuando la medicina llegó a un nivel de desarrollo que permitía la interrupción voluntaria del embarazo, eufemismo para definir el aborto, no tardaron en aparecer las primeras cabezas defensoras de esta opción; en aquel momento, más o menos a mediados del siglo XX, los proabortistas eran personas muy valientes, que defendían algo visto como una barbaridad por el conjunto de la sociedad. Bernard Nathanson, el llamado rey del aborto y ahora dedicado a dar charlas antiabortistas, fue uno de los pioneros en EEUU; como otros médicos en su situación, fue testigo de la angustia y el sufrimiento, y en algún caso hasta la muerte, que un embarazo no deseado podía suponer para la mujer. Se dio cuenta de que algo fallaba y empezó su particular cruzada, encontrando no poca oposición, para que el aborto fuera despenalizado en determinados supuestos. Esta tendencia se expandió a otros países, entre ellos España mucho más tarde, donde una mujer tenía la opción de abortar si su embarazo le iba a suponer un trauma psícológico o físico. Pero el fondo siempre estuvo claro: una sociedad avanzada debería garantizar la protección de los más débiles y esto empezaría por el derecho básico a la propia vida; el aborto se reservaba para casos en que la madre, como persona adulta y desarrollada, vería su vida severamente truncada a causa de un embarazo, es decir, el concepto de mal menor. Así es como empezó... ¿Y cómo ha acabado? Pues parece ser que, en esa batería de "derechos sociales", se ha incluido el derecho a abortar, con dos cojones. De este modo la gente puede hacer algo más sin consecuencias, sin afrontar el resultado de sus propios errores, ¡y las ovejas tan felices! El feto, acaso la criatura más vulnerable, no tiene voz ni voto, virtualmente no existe a efectos legales, ni como humano, ni protohumano ni siquiera animal, es menos que un perro... ya no es nada. Dicho de otra forma: como la anterior ley era un coladero, pues en vez de velar por que se cumpla, cambiémosla para adaptarla a la realidad social y aumentar así la lista de caprichos generosamente otorgados por el Estado, derribando un poco más las conciencias de los hombres. La opción pasa a ser un derecho y yo me pregunto... ¿a dónde puede conducir esto?


Ahora voy a hablar un poco de sociología ficción. Partamos de la premisa anterior y pensemos en la eutanasia, tan peligrosamente de moda. Pobrecito el de la película Mar Adentro, ¿cómo no va a tener derecho a que le den veneno para acabar con su sufrimiento? Es un hombre que, en plena posesión de sus facultades, ¡no quiere vivir! Si pudiera se suicidaría, ¿entonces no es inhumano dejarle a su suerte, padeciendo durante años en una lenta agonía? Ya tenemos el germen sembrado: empezaría con el testamento vital, cuando una persona lo pidiera formalmente, en casos de coma irreversible, etc... ¿pero dónde podría acabar? Se entendería que matar a alguien es algo justificable sólo en determinados supuestos, para evitar un mal mayor, y se haría una ley en consecuencia. Pasarían los años, la gente se iría acostumbrando, aparecerían los primeros centros privados para la eliminación del sufrimiento, empezarían a brotar toda clase de eufemismos (empezando por muerte digna)... Conclusión: el abuelito de 90 años gaga sufre mucho, pobrecillo, seguro que prefiere morir, no puede ya ni hablar, es inhumano mantenerlo con vida en estas condiciones, él no hubiera querido ser una carga... inyección. ¡Pero si ya se ha hecho en algunas residencias! Sólo que ahora la ley lo persigue, pero no me resulta tan raro imaginar un futuro donde los cuidadores a cargo de gente vulnerable tuvieran el nuevo y pintoresco derecho a decidir cuándo ya no quisieran ocuparse más de ellos... y al hoyo. Lo empezamos a ver en la actualidad con la vejez denostada, ya no representante de la sabiduría y experiencia, sino del atraso, de lo que ya no sirve y es un lastre...


Quien piense que este marco es imposible y se me ha pirado totalmente, debería pararse a reflexionar sobre lo que decía del aborto, sobre lo que fue y lo que ha acabado siendo: un puñetero derecho, con todas las palabras, en lo que supone una patada en los cojones a todo sentido común más allá de los dictados de lo políticamente correcto y la nula capacidad de la sociedad adoctrinada para distinguir ya entre el bien y el mal, que han pasado a ser conceptos relativos. Y así los derechos universales, los de los padres de la patria, se confunden y diluyen en una amalgama fruto de los caprichos de unos, de las apetencias de otros, bajo el lema del todo vale. Una persona sensata te dirá que abortar siempre es una decisión difícil, que nadie quiere verse en la tesitura de practicar una eutanasia, pero si se viene entendiendo todo lo que escribo, es decir, que la gente carece de criterios y rechaza voluntariamente sus responsabilidades, ¿qué puede esperarse en este sentido? Una mentira repetida mil veces acaba siendo verdad y los mismos que se llenan la boca de ciencia para lo que interesa, miran en otra dirección cuando la medicina ha demostrado sobradamente que el feto es un ser humano en gestación con actividad propia... Sí, es jodido enfrentarse a la realidad, afrontar los errores, es más fácil que te digan que no pasa nada, pero por el camino perdemos nuestra humanidad y todo lo que nos hace grandes mientras desechamos a nuestros propios hijos o, quien sabe, les ponen una inyección a quienes ya estorban. Por eso estamos como estamos y por eso estaremos, previsiblemente, como estaremos.

En definitiva que, como decía, estos derechos tan ocurrentes y concedidos a la carta, cuanto menos, merecen una reflexión, especialmente cuando atañen a la propia vida... o la muerte. Para mi progreso no es hablar de muertes dignas, sedaciones o compasión misericordiosa para justificar que los débiles, en vez de la solidaridad de los autómatas, sólo encuentre la calma de la dulce muerte. Para mi progreso no es abortar en razón de 100.000 al año mientras regalan condones al parecer inútiles a niñas, o les enseñan a chuparla en el mismo colegio donde, eso sí, es mandatorio quitar los crucifijos... Y es que no se trata de otra cosa que de sustituir los viejos dogmas por los nuevos, que además son relativos en función de cuándo o cómo favorecen a quienes mueven los hilos. No. Para mi progreso es que una madre se sienta apoyada, que reciba ayudas, información, alternativas, que las personas necesitadas se sientan queridas y útiles, que haya un poco más de amor y menos utilitarismo; y si aún así una mujer se ve en una situación tan desesperada como para querer abortar, o una persona agonizante desea fervientemente abandonar este mundo, sí, creo que deben existir los mecanismos que les permitan hacerlo en las mejores condiciones. Jamás he defendido que deba prohibirse, es lo que pienso y no lo digo por resultar más ecuánime. No creo que nadie pueda decirle a Chantal Sébire, por ejemplo, lo que debe hacer con su vida; pero siempre bajo el marco legal y sin perder el hilo de lo que significa, nunca, porque son temas, como decía al principio, trascendentales. Definitivamente no veo nada de ello en estos pseudo-derechos tan en boga, que algunos consideran avances sociales mientras se nos recuerda que las hamburguesas tienen mucho colesterol. Gracias por haberme leído si has llegado hasta aquí, lector, y espero que mis reflexiones puedan servirte si lo consideras oportuno y que no te ofendan si se salen del guión preestablecido.

2011/09/19

Piratería e impuestos

Hace varios años yo era, para según que cosas, muy políticamente correcto. Por aquel entonces creía en las bondades del sistema y el buen funcionamiento de la sociedad si todos ponían de su parte. La teoría se mantiene, por supuesto, pero tiempo después aprendes a distinguir entre un sueño irrealizable y la realidad del ser humano, es decir lo difíciles que son de alcanzar ciertos objetivos por muy fácil que sea imaginarlos.

En aquellos tiempos de muchacho iluso, una de las cosas que siempre defendía era que la piratería informática era algo malo para la industria, ya sea de videojuegos, de música o de películas. En realidad era un hipócrita, porque, con poco más de una paga semanal, me veía forzado a conseguir toda clase de juegos copiados. Imaginaba que, si hubiera tenido dinero, los habría comprado originales y en cierto modo no iba del todo desencaminado: años después, cuando empecé a trabajar y aún vivía en casa de mis padres, comencé una colección de películas, todas ellas nuevas, que ahora conforman una nada desdeñable videoteca. En definitiva pensaba que, si todos pudieran comprar productos genuinos, los precios bajarían, se financiarían nuevos proyectos, etc.

Sandeces. Hacen falta una serie de años, pero apenas tienes algo de perspectiva te das cuenta de que todo es un engaño. Las empresas quieren ganar todo el dinero posible, como es normal, y nunca van a rebajar los precios si pueden evitarlo. Lo supe por primera vez cuando ponían el formato de cartucho como excusa para justificar el alto coste de los juegos: los llamados cartuchos eran en sí mismos pequeñas placas de memoria con sus respectivos conectores, condensadores, circuitos impresos y demás. Cada juego era en realidad una especie de ampliación de la consola, una parte del hardware que se insertaba en la misma. Cuando este formato murió y fue sustituido por el CD, es decir, por discos producidos a granel en los que simplemente se grababan los juegos (software), los precios se mantuvieron exactamente iguales. ¿Qué empresa, habituada a unos ingresos por sus productos, rebajaría los precios en vez de aumentar su umbral de ganancias? Y así fue. Hubo quejas, por supuesto, pero quedaron en aguas de borraja. ¿Y ahora? Pues nos encontramos con un fenómeno similar, es decir el de las descargas digitales: ya no hay distribuidora, por no haber no hay ni producto, ni caja, ni libro de instrucciones... ya te venden directamente lo mismo que pirateabas, pero pretenden cobrarlo al precio habitual. No exagero: los juegos originales que salen en formato físico y digital cuestan lo mismo. Eso por no hablar de las campañas e iniciativas emprendidas por muchos desarrolladores para evitar la compra de juegos de segunda mano, que según ellos les causan pérdidas insólitas en sus abultados y enfermizos números. En definitiva, que en esta ocasión está muy claro quién va antes, si el huevo o la gallina: los empresarios de la industria jamás pensaron en rebajar el PVP, sino en incrementar sus beneficios. Podría decirse incluso que en realidad cuentan con la piratería y viven de los pocos que pueden permitirse productos originales o no saben dónde obtener las copias. Dicho de otra forma: los precios ya están pensados para gravar al llamado comprador serio, honesto, legal o como se quiera.


Recientemente he trasladado este razonamiento a la supuesta solidaridad que, desde el Estado, se pide a los contribuyentes. Curiosamente, las mismas personas que fueron "adelantadas" en su momento defendiendo la piratería -aunque, siendo justos, la defendían por otros cauces más bien idealistas-, son quienes ahora me sermonean sobre el deber ciudadano y la contribución al bienestar público, o algo así. Más sandeces. ¿Qué es el Estado? Una panda de señores habituados a nadar entre dinero que no han ganado, enchufando a amigos, concediéndose a sí mismos toda clase de prevendas y en general acostumbrados a considerables niveles de atoindulgencia y cinismo. Ese es el Estado al que algunos pobrecillos contemplan casi como a Dios, en esta deriva social donde los individuos, cada vez más despojados de valores y referencias, son pastoreados sin contemplaciones. Las empresas buscan el fin último del beneficio económico y la administración pública, a su vez, derrocha buena parte del dinero de todos en caprichos, ocurrencias, amiguismos, subvenciones exóticas y demás mamarrachadas. En pocas palabras, dos formas de exigir más y más del consumidor/contribuyente, siendo a todos los efectos pozos sin fondo. Irónico para dos planteamientos en principio tan opuestos.

Seamos claros: el que compra todos los productos informáticos originales, así como quien declara hasta el último euro, hoy por hoy, es un iluso, un hombre con las manos atadas o un millonario. Desgraciadamente, diera la impresión de que el modelo contributivo español se basa en la fiscalidad de unos pocos para regocijo de muchos pícaros, igual que los desarrolladores de videojuegos o los productores de cine saben que muchos piratean, lo cual ya tienen en cuenta para cuadrar sus cuentas. Pero, si exigimos a las empresas que PRIMERO bajen ellas los precios, si acusamos claramente su tremenda ambición, si decimos que piratear sus productos es casi legítimo, ¿acaso no podemos pedirle lo mismo al Estado? ¿Es normal que a una señora en condiciones más bien modestas y que acaba cobrando un seguro de invalidez privado, le sustraigan una parte del mimso? ¿Tiene sentido que haya quien ha tenido que vender la casa que hereda al no poder pagar los impuestos correspondientes? ¿Hay derecho a que la cuota fija de un trabajador autónomo sea en España cinco veces la de Alemania, gane lo que gane? ¿Por qué? ¿Quiénes? ¿Con qué jodido derecho? Para construir carreteras, que la sanidad sea pública, la escuela de calidad, no haya gente tirada en la calle, te dicen... muy bonito todo. También los desarrolladores de software hablan del proceso creativo, la inversión, el futuro de la industria, etc., etc., etc. Esto es voracidad señores, adórnenlo como quieran.


Y no nos confundamos. Si el lector cree que este post es un canto a la evasión fiscal, no ha entendido nada. Los impuestos son necesarios, pero aun más, deben ser SAGRADOS. Si pedimos que una empresa privada reduzca los precios para que los usuarios compren productos originales, si en definitiva pedidos un gesto por su parte, ¿acaso no es legítimo pedir lo mismo de los politicuchos? ¿Qué es eso de las subvenciones y quién decide cómo, cuándo y dónde se conceden? ¿Qué es eso de tirar el dinero de los contribuyentes en una verdadera corte y subcortes, con miles de asesores, amigos y enchufafos? Y, por supuesto, ¿qué es eso de que haya la más mínima trama de corrupción? Mientras todo eso exista, o mejor, mientras quede impune, es imposible pedir la solidaridad ciudadana. Como sucede con las señales de tráfico, que todo el mundo se salta, en este país de pícaros, todos, ciudadanos y políticos, barren para casa, evaden, enchufan y hacen y deshacen como buenamente pueden.

A riesgo de repetirme, no se puede exigir la colaboración del ciudadano (= compra de productos originales) mientras la administración no de un paso antes. Y ese paso debe ir dirigido a gestionar muy bien el dinero público, racionalizarlo y, si existe el menor indicio de corrupción, meter a ese ladrón del pueblo en la cárcel inmediatamente muchos años. Y así, añadiría, podría exigirse la buena fe de todos y los impuestos acabarían bajando por sí solos. Pero de momento no hay derecho a que familias enteras pasen verdaderas penurias para que estos majaderos se den la vida padre; y, mientras eso sea así, el sermón de los impuestos se lo pueden meter por el culo.

2011/09/12

Una revisión de Alien

Últimamente y a raíz de un libro sobre el tema, me he vuelto a empapar de todas las películas de la saga Alien, aprovechando para verlas en versión original (cosa que no había hecho hasta ahora). Me he dado cuenta de una cosa que no sobreviene al ver una de las pelis, o todas en un arco de tiempo considerable. No. Pero viéndolas más o menos seguidas, te das cuenta de una cosa: el pobre Alien es una especie en constante peligro de extinción, no más hostil que muchas otras, y "la Compañía" (Weyland-Yutani) tiene bastante razón. Ojo, que este post contiene spoilers para el que no haya visto las películas.

Entiendo que el precedente sobre esta raza es que no se sabe nada de ella, de dónde viene o dónde encontrarla, enfatizándose así en primer lugar su excepcionalidad. Aunque he concluido todo el apartado sobre la primera película en el libro que estoy leyendo, no he encontrado mención a la teoría de un amigo, bastante curiosa por cierto, que a su vez él leyó o escuchó por ahí (no parece que en el guion figure nada de esto): en la nave extraterrestre que encuentra la Nostromo, los Aliens son cultivados como armas biológicas y, de este modo, el extraterrestre enorme que encuentran Dallas, Kane y Lambert operaría una especie de cañón lanzahuevos con el fin de infestar planetas y preparar el asalto. La teoría se sostiene principalmente porque toda la arquitectura de la nave extraterrestre recuerda mucho a la de los propios Aliens, por lo que podría haber un parentesco o relación. Tal vez la nave perdiera el control de sus bio-armas, que acabaran rebelándose y causando el accidente sobre el planeta desconocido (después LV-426, Acheron en los comics y las novelas); se entiende que podrían haber pasado miles de años y que la película láser que cubría los huevos era una especie de campo de éxtasis, o algo así.


Sea cierta o no esta teoría y al margen de especulaciones, una cosa está clara: estos Aliens son algo irrepetible, difícil de encontrar, diferente a todo. En las películas el espectador empatiza con Ripley, pero podría decirse que ella ha encontrando una manada de rinocerontes blancos y está haciendo todos los esfuerzos por exterminarlos definitivamente, para lo cual no duda en emplear incluso explosiones termonucleares de todo tipo: autodestruyendo una estación-refinería, volando una planta atmosférica y hasta estrellando una nave contra la propia Tierra. Todo vale con tal de reducir al Alien -un ser en claro peligro de extincióna- a polvo... literalmente.

Del mostruo se dicen muchas cosas: no tiene conciencia ni sueños de moralidad (como cualquier animal), es el resultado de una evolución perfecta (como el tiburón), pero tampoco es para tanto. En la película original, las tres primeras víctimas del Alien se deben, primero, a su propio ciclo vital (cuando no es más que un bebé); después, a que los tripulantes van en su búsqueda, cuando la pobre criatura sólo se esconde por ahí lo más lejos posible. Incluso, llegado el final, el Alien se pone a dormir en la lanzadera, lo mejor camuflado que puede y probablemente esperando que le dejen tranquilo de una vez. Ripley, la exterminadora, es quien le desvela con vapores sulfurosos y le lanza por la escotilla sin piedad; y aún cuando el mostruo se agarra desesperadamente para entrar por donde puede -en este caso inocentemente por el reactor-, la vengativa mujer lo expulsa activando los motores y friendo al desaprensivo animal.


En la segunda película, el planteamiento no cambia realmente. Ante todo, baste decir que existe una colonia humana desde hace años en el mismo planeta donde están los terroríficos Aliens... y no ha pasado nada. Es cuando un curioso se acerca donde no debe, cuando las criaturas son llevadas a la colonia por los propios humanos y, claro, siguiendo sus instintos establecen la suya propia. Los marines son enviados en misión de exterminio, matando a cientos de estos seres (no digamos cuando vuelan el complejo...) y sacrificando, finalmente, a su Reina: la única ponedora de huevos, lo último que queda para perpetuar esta pobre especie en continuo peligro de extinción y que tímidamente estaba empezando a recuperarse.

En la tercera película resulta que la Reina, en un último esfuerzo agonizante y ya arrancada a granadazos su cola ponedora, aún había conseguido, después de salvarse de chiripa del exterminio de toda su colonia, plantar un par de tímidos huevos antes de morir, nuevamente, expulsada al vacío sideral sin miramientos. Y estos huevos -por las propias funciones biológicas de los "facehuggers" y su sangre ácida- acaban causando un fallo eléctrico y la expulsión del módulo de hibernación donde se encuentra Ripley (eterna enemiga del Alien). En el planeta-prisión donde aterriza (Fury 161), apenas le falta tiempo a una panda de psicópatas, violadores, asesinos y ahora fanáticos integristas redimidos para dar caza de cualquier forma a la pobre bestia, que esta vez humillantemente incluso nace de un perro. Claro, al final llega la Compañía, tarde para salvar al Alien que derriten sádicamente con plomo fundido, pero a tiempo para suplicar a Ripley que no extinga definitivamente la especie; pero nada, ella incluso se suicida en una especie de caldera gigantesca con tal de que el Alien que lleva dentro no vea la luz del día...


La cuarta película es, si cabe, más sangrante. Ha pasado muchísimo tiempo y, milagrosamente y tras numerosos experimentos aberrantes, por fin han coseguido rescatar a un Alien de la extinción. Ya ni siquiera existe una compañía privada detrás: ahora la iniciativa se sostiene con capital público por los Sistemas Militares Unidos, pero no pasan ni cuatro días hasta que una panda de truhanes, piratas y tunantes (estos ya ni siquiera arrepentidos) se proponen exterminar a la nueva hornada de jóvenes Aliens, conseguidos con esfuerzos multimillonarios y años de investigación. Apenas vuelven a nacer, ya hay alguien listo para destruir a las pobres criaturas, incluso a una nueva y excepcional híbrida a la que se acaba triturando por un pequeño boquete a causa de la despresurización.

Así es como yo veo la saga. Cuando empiezas a conectar las películas y verlas de otra forma, te das cuenta de que el famoso y terrible Alien es un animal en contínuo proceso de extinción, bastante parecido a cualquier depredador, al que sólo una compañía intenta salvar, sin acabar de conseguirlo a pesar de dedicar recursos de todo tipo a tal fin. En definitiva, ésta es una serie de películas que, de existir una convivencia con extraterrestres en el futuro, sería políticamente muy incorrecta.

Un saludo!

2011/08/28

Convivencia

Acabo de ver un capítulo de Como Conocí a Vuestra Madre que, junto a las típicas escapadas veraniegas e historietas que te cuentan, me ha inspirado para escribir unas líneas :-)

Un amigo cercano, de los que escribe (o mejor escribía) en este blog, me dijo una vez que las relaciones humanas eran una cuestión de compatibilidad. A mi la idea no me gustó demasiado, puesto que me daba la impresión de que igualaba a todas las personas y, sin embargo, yo siempre he pensado que hay calidades, que unos son mejores y otros peores, que hay gente legal y malnacidos, quienes aportan cosas buenas y otros que sólo hieren; y, entre todos ellos, un enorme espectro de gente mejor o peor en muy diversas facetas. El tema de la compatibilidad, le contestaba, se puede aplicar a veces, pero otras es incuestionable que una de las partes está podrida y no puedes decir sencillamente que no es compatible con la otra, a todas luces mejor persona. Supongo que la única forma objetiva de valorar esto es preguntando a los demás: si nueve de cada diez te dice que Pepito es insoportable, seguramente Pepito y el otro freak que le traga serán unos personajes considerables; de igual modo, si nueve de cada diez dicen que Menganito es una buena persona, el décimo en discordia seguramente será el acomplejado, el raro y el "defectuoso". Sí, hay compatibilidades, pueden ser 5 y 5, o 6 y 4, incluso 7 y 3, pero también hay calidades de personas. Esto es algo que siempre he pensado, aunque dicho así suene como muy grave.


Sin embargo, así como aplicaría esta forma mía de ver las cosas en cenas, paseos, charlas y lo que sería el trato ocasional, me doy cuenta de que la afirmación de mi amigo cobra un nuevo viso de realidad en lo que respecta a la convivencia, al día a día, a la relación estrecha y, en cierto modo, real. Efectivamente, aquí las calidades pasan a un segundo plano porque, antes de llegar a las mismas, hay un proceso de adaptación que depende exclusivamente de compatibilidades: de este modo, se puede decir sin miedo a equivocarse que dos buenas personas, con visiones distintas de según qué cosas, pueden acabar no soportándose en una relación de convivencia.

Ay, el día a día... el compartir salón, cocina, baño, horarios, la compra, agua, calefacción, etc. A cuántas personas ha dividido, cuántas parejas rotas, cuántos amigos decepcionados tras un periodo de convivencia. En la pareja las partes suelen hacer esfuerzos considerables por acoplarse, menores cuanto menos se quieran y no siempre suficientes; en el caso de los amigos, este esfuerzo se reduce a un gesto y los egoísmos y miserias no tardan en salir a la luz; si ya son desconocidos, puedes darte por satisfecho de no pegarte un tiro. Realmente es una suerte encontrar a personas que comparten o al menos toleran razonablemente bien tu forma de ver según que cosas, porque tu visión siempre va a ser la buena y la de los demás la rara, eso está claro. Como decía, ya no hay tanto que buscar buenos y malos como entender que la gente adopta actitudes muy distintas ante muchas situaciones: unos son muy ordenados y otros menos, unos son unos cagaprisas y otros unos remolones, unos adoran las visitas y otros prefieren estar tranquilos, unos son madrugadores y otros disfrutan trasnochando... ¡Incluso, a veces, la imagen que transmites a una persona es totalmente distinta si preguntas a un tercero! Menganito puede ser muy tranquilote para su amigo Pepito y, al mismo tiempo, andar metiendo prisa a su amigo Luisito. ¡Estas cosas pasan!


Creo que hay que hacer un esfuerzo por entender esta cuestión de las compatibilidades y no dejar que la experiencia de una mala convivencia mine una buena relación de amistad. Hay que tener los pies en el suelo, ser tolerantes y conscientes de que estas cosas pasan. Y, sobre todo, hay que demostrar la confianza suficiente como para hablar de estas desavenencias cuando surgen, porque callárselas es como cuando estás harto de los ruidos del vecino y, decidido a llamar a su puerta, ya lo haces con una mala leche considerable fruto de tu propia represión. Sin embargo, supongo que es inevitable sentir una cierta decepción y hasta un fondo de rechazo cuando has llegado a agotar tu paciencia, querer salir corriendo y hasta no ver más a esa persona. Si encima la persona en cuestión, además de poco compatible, es de esos malos bichos que decía al principio, no es exagerado llegar a hablar de asco, fobia y hasta odio. ¡Y extrañamente estos sentimientos no siempre acaban siendo recíprocos! A veces diera la impresión de que la gente no se da cuenta de lo insoportable que es, por otro lado requisito imprescindible para ser precisamente insoportable :-) Sin embargo, un hijo de puta con hábitos parecidos a los tuyos, tratándole lo justo, puede ser más llevadero que una buena persona con costumbres muy distintas. Sorpresas que da la vida y es que los pequeños detalles acaban siendo muy, muy importantes.

Un saludo!

2011/08/01

Elixires mágicos

Este post no será muy largo, pero quiere reflejar algo que siempre he venido pensando. Leo en El País que la Agencia Europea de Seguridad Alimentaria ha rechazado las propiedades supuestamente saludables de cuatro de cada cinco productos que habían sido presentados a examen, esto es un rechazo del 80%. Según la citada agencia, en la mayoría de casos las propiedades especiales de estos nuevos (o renombrados) y exóticos productos son indemostrables o no se apoyan en datos científicos. Imagino que, según las leyes de la UE, estas cualidades beneficiosas tienen que ser ciertas para poder anunciarse a bombo y platillo como se venía haciendo; de hecho, ya hubo un caso en que la mayoría de productos "Bío" tuvieron que cambiar de nombre por el abuso de este término.


En la historia de la humanidad siempre ha existido el típico feriante que prometía milagros de sus famosos elixires o tónicos, pero en realidad nadie los conocía ni tenían propiedades especiales; sin embargo, para cuando la gente se percataba del engaño, el estafador ya andaba lejos. Particularmente famosa es la figura de este pillo en el lejano oeste, gordito y con patillas generosas, acompañado de su carromato desplegable que de pronto se transformaba en chiringuito al completo, mostrando multitud de botellitas al correr las cortinas y montando todo un show en la plaza del pueblo.


El ser humano tiene sus limitaciones. El que piense que no se valora muy poco, porque inevitablemente tiene que esperar de los demás algo que él no se siente capaz de dar; y si no es consciente de sus propias limitaciones, entonces directamente es tonto, lo cual irónicamente le transforma en el menos capaz de todos. Porque la realidad es que todos tenemos unos límites verdaderamente bobos, animalescos, mecánicos... unos más y otros menos, pero todos. E igual que siempre ha existido un hombrecillo vendiendo humo, del mismo modo sentimos una curiosidad instintiva ante los nuevos elixires, es decir toda esa gama de productos que prometen propiedades curativas, regeneradoras y estimulantes, pero que en el 80% de los casos no son más que una estafa. Y ojo, que según el mencionado artículo no se salvan ni la soja, ni los bífidos, ni la fibra... sí, sí, lo que coméis todos dando por sentadas las cosas que dicen en la tele; pues no señores, una cosa es que estos alimentos sean sanos y otra que adelgacen, refuercen las defensas o ayuden en la menopausia. De eso nada.

La ventaja de esta nueva legislación es que, si anuncian propiedades saludables de un alimento, necesariamente tienen que ser ciertas. Ojalá hiciesen lo mismo con los productos de la teletienda...

Un saludo!

2011/07/29

El síndrome de la mujer "colega"

Sigo con mi intención de escribir algunas reflexiones según me vienen a la cabeza, de modo que no queden en el olvido. Espero darle algo más de vidilla al blog, al que por momentos he tenido muy abandonado. El caso es que he estado charlando con alguien sobre una idea que, aunque aceptablemente razonada dentro de mi cabeza, me costaba ordenar y expresar correctamente: cómo son y qué ocurre con esas chicas que, aunque guapas y simpáticas, no acaban de encontrar al hombre que esperan. Efectivamente las hay, guapas, sí señor y también simpáticas, casi nada. Entonces... ¿qué pasa?

Esto es algo que vengo observando desde hace tiempo y calculo que en mi vida me habré cruzado con seis o siete chicas de este tipo. Suele decirse que casi cualquier mujer puede ligar si quiere, de hecho cuando no puede hacerlo, siendo sinceros, es porque probablemente sea muy fea. Para los hombres el físico es casi el único requisito en lo que a atracción pura y dura se refiere y, así como un tipo no muy guapo podría encandilar a una chica por su personalidad, es más difícil que ocurra al revés, aunque por supuesto siempre habrá excepciones. En definitiva, parecería que las feas feas, de cojones vaya, son las únicas chicas que no pueden ligar facilmente; todas las demás, aparentemente, un poquito maquilladas y dejándose caer lo justo, deberían atraer a no pocos hombres.

Pero hay una excepción, no muy común aunque existente: la mujer "colega". Se trata de chiquitas que pueden ser guapas, simpáticas, dulces, atractivas... ¿pero qué les pasa? Vamos a ver si puedo explicar por escrito lo que me costaba expresar con palabras...

Este tipo de chicas suelen crecer en familias de educación muy tradicional y algo cerrada, con muchas normas y poca explicación de las mismas. Suelen ser mujeres cuyos referentes son más el qué dirán que sus propios principios. Y, si se entiende lo que vengo diciendo y por pura lógica, son chicas cuyos hermanos, fruto de esa misma educación algo hipócrita, son unos machistas incurables. Cuando esos mismos hermanos varones son mayores, o cuando en cualquier caso empiezan a madurar, no es extraño oírles hablar de las "golfas" con que se acuestan y de lo "putas" que son todas; tampoco es de extrañar que sean muy protectores con sus hermanas, creyendo el ladrón que todos son de su condición. En definitiva, hermanos y hermanas crecen en un ambiente donde los hombres son muy machotes por cepillarse a muchas zorras (según sus propias palabras), a las que no dudan en engañar e incluso maltratar psicológicamente una vez cumplidos sus más bajos instintos. Esos mismos hermanos son los que complementan el mensaje de papá y mamá con el ejemplo vivo: "todos los hombres son unos sinvergüenzas". En cierto modo, también ellos son unas víctimas.

Planteado este punto de partida, ya tenemos los ingredientes para preparar el guiso de mujer "colega". Los hermanos menores siempre idealizan al mayor y lo ven como referencia: de lo que quisieran ser cuando son del mismo sexo, o de lo que desearían si son del sexo contrario. En el caso que nos ocupa, la pequeña chiquilla ve a su hermano como el súper hombre, pero al mismo tiempo le han grabado a fuego que ese hombre (= todos los hombres) es un sinvergüenza sin escrúpulos y ella sería una fresca de irse con él. Desde este punto de vista, todo cobra sentido: el hermano REALMENTE es un cabronazo y la muchacha, aunque lo adora, jamás sería una de sus "presas". Esto lleva a la búsqueda del malote que en el fondo tiene buen corazón, el superficial que luego es un gran hombre y esa clase de utopías; en esta búsqueda de algo que no existe, la chica va adoptando un poco la camaradería que ve entre su hermano y los amigotes: ese respeto, esa lealtad, esas ganas de aceptación y de posicionarse como "no zorra" y como "uno más" ante su idealizado hermano, que, aunque viviendo una completa hipocresía, desde luego lo tiene mucho más fácil.

No siempre debe existir la figura del hermano, o no siempre debe ser éste mayor. A veces un padre basta, o aún más una madre, que probablemente lanzará mensajes contradictorios movida por su experiencia vital en contraposición a sus creencias más arraigadas. En definitiva, un cacao.

La muchacha desarrolla una especie de aura en plan "oye, que yo no soy una golfa, a ver qué te has creído", confundiendo la naturalidad y el desparpajo con el putiferio. Es simpática, puede ser muy guapa, pero de alguna forma no se muestra nada receptiva, se diría que es como un témpano. Se ha esforzado por ser uno más de la panda y lo consigue... pero al poco le pasan la factura. Esta actitud distante, con toda probabilidad, aleja a los hombres más normales y corrientes y, paradójicamente, no impide para nada que se acerquen los tiburones nocturnos o, en el otro espectro, los frikis que no tienen nada que perder. De este modo, la chica irá teniendo una percepción de los hombres o bien como es su hermano y ya le advertían los padres, o bien como babosos gafotas; es decir, en su realidad debe escoger entre cabronazos y frikis: de los unos admira su fuerza y virilidad, pero teme ser "una guarra más en su lista", y de los otros sabe que son buena gente, pero el paradigma del anti-hombre. Es posible que tenga algún escarceo con lo que ella considera un machote sólo para sentirse más culpable; puede que alterne con algún freak sólo para confirmar que no le gusta... De este modo el aura crece cada vez más y los hombres comunes acaban viendo a la chica como inalcanzable, o como un amigo con quien nunca tendrían una relación; la chica, todo sea dicho, en principio tampoco se conformaría con uno de estos hombres normales y corrientes: realmente le gustan una serie de clichés que ella considera de ser muy macho y sigue esperando al súper hombre canalla pero dulce, sinvergüenza pero respetuoso, en definitiva al "caballero". Algunas de estas chicas van cumpliendo años y causan sorpresa por estar solteras, y varias nunca llegan a emparejarse, enredándose en su propia trampa.

Antiguamente un hombre debía cortejar a una mujer de forma más civilizada, todo sea dicho, y el romanticismo era componente fundamental de los escarceos amorosos. Regalos, atenciones y, de alguna forma, solicitudes y propuestas formales, hechas como quien pide un crédito al banco. Las mujeres "colega", en aquellos tiempos, encajaban mucho mejor y atendían con la misma formalidad a sus pretendientes. Hoy en día, donde todo es más vulgar e inmediato, estas chicas están en un cohete, esperando algo sin dar la mínima señal de ello y con la competencia añadida de todas las demás efebas en flor. Querido lector masculino, si ves a una chica guapa y maja, aunque percibas ese aura de dignidad equivocada, piensa que tal vez esté deseando que te acerques y le digas algo, así que no te cortes ;-)

Un saludo!

2011/07/27

Reflexiones filosóficas (31)

<--Podría decirse que la moderación de una persona se mide en su capacidad para dialogar. Habitualmente relacionamos la moderación con las ideas, pero no con las formas (RAE= "Cordura, sensatez, templanza en las palabras o acciones"). Ideas aparentemente radicales pueden estar en boca de alguien moderado si está dispuesto a reinventarse, actualizarse, incluso desdecirse; pero especialmente a hacerlo por la permeabilidad a otras ideas, por saber escuchar, por no ver la rectificación como signo de debilidad. Todos cambiamos "por dentro", aunque sea por el simple paso del tiempo y una cuestión de experiencia, pero es la capacidad de hacerlo "por fuera" la que define la moderación en contraposición al sectarismo. El verdadero aplomo o seguridad requiere, inevitablemente, poder escuchar tranquilamente cualquier argumento, dato o fuente de información y estar abierto a la revisión.¿Cuántos fanáticos hay de los partidos políticos que se suponen moderados? De este modo, si en una conversación una de las dos partes abandona la confrontación directa y torea a la otra (que probablemente se sentirá más segura en su sinrazón), a ciencia cierta se puede decir que es más moderada. Así en diversos grados, hasta que llega un punto en que dos personas o grupos se pelean abiertamente sin aportarse más que insultos y crispación: entonces puede decirse que se han juntado dos verdaderos fanáticos incurables.-->

Un saludo!

2011/07/13

Machos VS Zorras

Muchas veces se me pasan ideas por la cabeza y me digo a mí mismo que tengo que escribirlas en el blog. Al final acabo no haciéndolo y, claro, las ideas se olvidan y esto sigue estancado. Ahora, sin embargo, voy a sacar un huequillo para compartir una reflexión que tuve hace poco sobre las relaciones entre hombres y mujeres, los prejuicios y demás.

Suele decirse que una mujer que se acuesta con muchos hombres es una puta, mientras que un hombre que hace lo propio es un macho. Me contaron un chiste, hace un tiempo, que decía así: "maestro, maestro, ¿por qué una mujer que está con muchos es una zorra y un hombre que está con muchas es el amo? Verás, querido discípulo, eso es porque cuando una llave entra en muchas cerraduras, es una llave maestra... Pero si en una cerradura entran muchas llaves, entonces es una puta mierda".

Lo reconozco, me descojoné. Pero además hubo algo que llamó mi atención: una especie de asentimiento inconsiente, de comprensión casi instintiva del chiste. Podría ser distinto: podrían decirte que los penes son pequeños gusanillos que corretean y el coño un devorador; y, cuantos más come mejor es el coño y, al revés, cuanto más huyen los penes mejores son... Pero algo pasa, algo no te hace entenderlo igual. La mayoría de gente atribuiría esta asociación de ideas a una cuestión meramente sociológica, pero a mi esto siempre me ha hecho mucha gracia, pues la sociedad forma parte intrínseca de lo que somos y es así por algo. No me conformaba, por tanto, con la idea de que estas asociaciones son producto de la tradición, el machismo, etc. Tampoco me valía la falsa y pre-progre conclusión de que en realidad es lo mismo, porque eso no se siente así, es mentira y lo es por algo. En definitiva, había que ir al por qué.

Vamos a aclarar un punto. Yo siempre he dicho que, ante todo, somos humanos. Los animales ahí están, pero nosotros somos seres racionales y por tanto personas antes que genitales. Por lo pronto, si una mujer es promiscua también lo es el hombre: desde luego no voy a colgarle ninguna medalla a un tío que va usando chicas como latas de Coca-Cola, no si de ella pensaría que es una fresca. Y, al revés, si admito que un tío es la caña por cepillarse a todo bicho viviente, entonces también debo aceptar que una muchacha "cow-girl" se lo pasa pipa. Pero entonces, ¿por qué esa intuición que decía al principio? En definitiva, ¿tiene algún sentido?

Me di entonces cuenta de algo muy sencillo, que no por ello simple. Refiriéndonos al plano puramente instintivo y entendiendo como tal el fin último de la procreación, hombres y mujeres tenemos un comportamiento muy distinto con respecto al emparejamiento. Los machos mamíferos, en la naturaleza, deben cubrir a cuantas más hembras puedan para así aumentar las probabilidades de tener descendencia; buenas caderas y poco más, cuantas más mejor. Pero a las hembras no les vale de nada que se las follen 50 machos distintos: les sirve más que el más fuerte, potente y destacable posible se las folle todas las veces que haga falta hasta dejarlas embarazadas y, si encima se queda para protegerlas, mejor (sobre todo teniendo en cuenta la extrema dependencia de las crías humanas comparadas con las de otras especies). Podría decirse que los hombres ponen las semillas y las mujeres las cuidan y, de hecho, hay muchas culturas humanas bastante atrasadas donde sólo hay matriarcados porque la figura del padre, literalmente, no existe; y tampoco es raro ver al hombre con "la madre de sus hijos" y varias muchachitas para desahogarse... en fin. Las mujeres no van a tener más hijos porque se lo monten con muchos machos, pero al reves sí que ocurre: como decía, sencillo que no tan simple. Es por eso que, siempre en el plano instintivo, los hombres irían buscando a mozas de buen ver para tirarse y las mujeres, en su lugar, querrían para ellas al macho más llamativo y seguro y, además, al que demostrase un mayor interés por ellas y no se fuese con otra a las primeras de cambio (la idea es que, pudiendo hacerlo, no lo hiciese). Por eso a una mujer le gusta sentir que se la gana, que es diferente a las otras chicas de la discoteca, aunque muchas veces es mentira y ella acepta de buena gana este teatro para satisfacer sus "requisitos" y entregarse. Esto daría lugar a otro tema que ya toqué en su día, sobre lo que entienden las mujeres por seguridad e inspiración, y las contradicciones que esto les produce. Pero bueno, vamos a centrarnos. Voy a decirlo de una forma más: la misma atención que pone el hombre en mirar a muchas chicas, es la que pone una mujer cuando ve a ESE hombre y piensa que se lo comería entero; por eso suele decirse que, de un grupo de 10 personas del sexo contrario, a un hombre le valdrían 8 y a una mujer 2 o 3, y es algo bastante cierto, o al menos esa sería la tendencia natural. Por todo esto y, a estas alturas, por puro sentido común, parece que definitivamente no es lo mismo para un hombre que para una mujer, a pesar del bombardeo mediático que busca la papilla social de becerros clónicos y adoctrinados.

Sin embargo, como he dicho dos párrafos atrás, no me valen los instintos cuanto todos somos, ante todo, seres humanos racionales. No justifico, por ejemplo, la infidelidad del hombre porque "lo lleva en los genes". Eso son chorradas, para algo nos sirve el cerebro. Pero evidentemente puede haber tendencias que nos dictan nuestros impulsos más primitivos y que, al mismo tiempo, son perfectamente entendidas cuando nos cuentan el chiste del principio y, por tanto, pasan a formar parte de la sociedad. Por lo tanto, querido lector, si eres de esos que piensan que todo es lo mismo y lo dices orgulloso como quien repite la tabla del 2, piensa en cuanto he dicho; y si te estás frotando las manos porque este post justifica lo machista que eres... también, piensa en cuanto he dicho ;-)

Para mojarme, ¿mi postura? Quien me conoce sabe que siempre he vinculado el sexo a las relaciones humanas (no necesariamente de pareja, pero al menos de cierta confianza) y su práctica sin ningún tipo de empatía me parece uno de los males endémicos de esta sociedad, claro reflejo de la convivencia fría e impersonal que se va imponiendo; sí, quizás pienso que en el caso de una mujer es aun más raro y antinatural, pero desde luego nunca he admirado a supuestos machotes que van de flor en flor como una polla con patas.

Un saludo!

2011/01/20

Casa de Vacas del Retiro... tócate los cojones...

Hace unos días estuve en la Casa de Vacas del Retiro, viendo un espectáculo de danza oriental. Como se podrá adivinar, no escribiría sobre ello de no tener una serie de observaciones no muy amigables al respecto...

Casa de Vacas... un puto colegio. Un reflejo de la España más "latina", esto es informal, improvisada y chapucera. En primer lugar, compré unas entradas NUMERADAS por anticipado, pero dejaron de serlo por arte de magia, cogiendo la gente los sitios más jugosos mientras se agolpaban unos sobre otros. Como yo había traído mis entradas listas, ni siquiera había hecho cola y, claro, me encontré con aquel panorama bochornoso. Esto después de esperar un cuarto de hora sobre la supuesta hora de inicio, con las puertas cerradas... en fin.

Me condujeron a un palco lateral relativamente aceptable y, para compensarme ante mis protestas, dejaron pasar a un amigo mío que había venido sin entrada y demasiado tarde, ¡colándose incluso por delante de personas que tenían echa una reserva y se quedaron con las ganas! El chico que nos acomodó le "cobró" la entrada a mi amigo, es decir, le pidió los diez euros y se los metió en el bolsillo... Bueno, por fin estábamos dentro y no se veía mal del todo, así que todo era cuestión de disfrutar.

El espectáculo comenzó con tres chiquitas que no pegaban ni con cola, al menos desde mi punto de vista: entraron meneando el culito y dándose azotes al más puro estilo cabaretero, todas emplumadas y emperifolladas con su lencería. Bueno, para animar el ambiente, me dije. El caso es que después comenzó lo que yo esperaba ver, es decir la danza oriental, en mi opinión de mucho más alto nivel artístico y escénico por mucho que ahora se empeñen en hacer una especie de batiburrillo llamado, según pude saber, "fusión".

En general hubo altibajos, con funciones muy bonitas y otras casi freaks; mención especial para unas cuantas hermosuras, de esas bien entradas en carnes y con cara de comer bocadillos de bellotas a diario, embutidas en sus cadenitas y sus velos, con sus generosas panzas al viento. Olé sus cojones, pensé. Salvo excepciones, se respiraba un ambiente bastante amateur, en concordancia con el teatro, aunque en general resultaba agradable y el espectáculo se dejaba ver fácilmente. Esto es un decir, porque, pasado el descanso... ¡sorpresa! El telón se queda a medio camino y nos quedamos sin ver medio escenario, cojonudo. Salgo para decírselo a algún empleado y ahí no hay NADIE, tan sólo un par de chicas ensayando para su próxima función, medio en éxtasis y de no mucha ayuda. Así que regreso y me distraigo mirando a las bailarinas todas arremolinadas en el lateral del escenario: siempre me han hecho gracia los grupos de chicas, no sé por qué, son como muy entrañables anque luego entre ellas se claven todo tipo de puñales...

Y así fue la cosa. Luego pude enterarme de que la Casa de Vacas no había pagado un euro a las chicas, o al menos a muchas de ellas, pero sí cobrado entrada a los espectadores. Me pareció un detalle a la altura (o bajura) y, en general, tuve la sensación de haber pagado demasiado por una función del cole, con algunos problemas de sonido incluidos.

Un saludo!

2011/01/10

Sobre el Slender Shaper

Al que pueda servir esto, ¡menuda odisea con el Slender Shaper! Sí, lo sé, parece un engañabobos, una excusa para adelgazar y estar en forma sin mover un dedo... pero juro no ser tan iluso: lo he comprado simplemente como complemento y herramienta de motivación, a ver si por lo menos ayuda. Si te sobran 25 kilos, no pierdas el tiempo, eso lo primero.

Después, no todo lo que reluce es oro y es que me he quedado absolutamente impactado de la tremenda y bochornosa cantidad de copias que circulan a la venta por internet, anunciadas como originales, con las fotos del producto auténtico. Digo esto porque, puestos a valorar su efectividad, habría que empezar por comprar el aparato genuino, ¿no? Así que ahí va un truco: si en el mando no aparece el logo de "Slender Shaper", te están timando, o te han timado vaya. El original viene, entre otras cosas, con el logo impreso también en el mando; en las copias, por el contrario, no figura este logo, pero por lo demás son muy parecidas, pudiendo leerse el nombre del producto tanto en la caja como en el propio cinturón.

Si es el caso no te engañes: parece muy bonito, vibra y tal... te han dado gato por liebre, aunque tampoco te quejes si te has creído muy listo por pagarlo a un tercio del precio oficial. Así con razón no te valdrá para nada, claro. Y es que no exagero al decir que el 80% de anuncios de Slender Shaper en la red son de copias. Me parece increíble cómo se han cebado con este producto y de hecho no acabo de entender por qué el fabricante no emprende acciones legales... Quizás tema una comparativa donde se demuestre que su cinturón "mágico" tampoco sirve para nada, o vete a saber. Sea como sea, en la fecha de este post, cualquier cosa que te cueste menos de 70 euros es una imitación como una catedral.

Así que ya sabéis, espero haber ayudado a compradores potenciales. En un tiempecito escribiré algún comentario diciendo si me ha funcionado mi Slender Shaper original.

Un saludo!

2011/01/07

Compras accidentadas...

Hace un tiempo escribí un artículo sobre la profesionalidad. En estas fechas me he acordado mucho del mismo y he vuelto a comprobar lo importante que es esta característica entre los que se consideran a sí mismos, nunca mejor dicho, profesionales. En mi propia librería es lo que trato de aportar y promover constantemente: calidad en las descripciones bibliográficas, fidelidad de las mismas, atención al cliente, material bien embalado y protegido, envíos rápidos, etc. Muchas empresas, decía en aquel artículo, son sólamente fachada, tras la cual no hay más que chapuceo; en efecto, esto es lo que he vuelto a experimentar, una vez más, comprando algunas cosas para reyes.

Hay una tienda en internet que se dedica a reunir y vender todas esas cosas de "anunciado en TV" y cuyo nombre comercial es el de un señor. No voy a decir más porque no me han parecido del todo mala gente, pero se pasan de listos. Primero, sabiendo que de uno de los productos que me interesaban se venden imitaciones a tutiplén, me puse en contacto con ellos para aclararlo, haciéndoles una pregunta muy concreta sobre el logotipo y su autenticidad. Contestaron difusamente y, ante mi insistencia, se les escapó un mensaje que me llegó a mi, escrito desde una BlackBerry, donde se decía algo así como "dejadlo, es un rollo, no le vamos a hacer el envío". Sorprendido, decidí -tonto de mí- cursar el pedido como mi madre, a ver si había suerte: al fin y al cabo, tenían justo los dos productos que quería, a un precio bastante competitivo y con gastos de envío gratis...

En la página web se podía leer "entrega en 24 horas" bien anunciado a bombo y platillo. Los productos, por supuesto, estaban marcados como disponibles y, como no, no han dejado de estarlo durante las más de dos semanas que he tenido que esperar porque, según parece, tienen que llegar reposiciones del distribuidor... Oigan, puedo entenderlo, pero ¿no podrían al menos indicar que no se encuentran en stock? Ah, claro, que interesa trincar cuantos más pedidos mejor. Al menos han entendido mis circunstancias (las de mi madre) y han aceptado cancelar el pedido y devolver el dinero. Es el típico caso de tienda razonablemente honrada, pero que no da abasto; de hecho, quizás el dejar los artículos como disponibles sea más por chapuceo que por picaresca, pero lo triste del tema es que nunca lo sabré y el resultado es lamentable. Que una tienda te venda algo supuestamente disponible con entrega en 24 horas, realices el pago al instante y en dos semanas no lo hayan ni enviado, pues en fin...

Decidí pedir los dos artículos por separado, a diferentes tiendas. En 48 horas ambas me confirmaban el envío, proporcionándome un número de seguimiento. Éste es el enorme abismo que hay detrás de la fachada, la diferencia que marca la profesionalidad del chapuceo y, por qué no decirlo, la demostrción de que, si te pasas de listo, a veces lo barato sale caro. Así que cuidadito, que una buena presentación a veces esconde un servicio lamentable.

Un saludo!