2010/02/05

Reflexiones filosóficas (29)

<--Quien no es sincero pone falsos motivos, excusas inventadas, verdades a medias para justificarse o salir al paso. Quien no es honesto, además, se cree esos mismos engaños.-->

Un saludo!

2010/02/02

El Gran Santuario

El fin de semana pasado tuve la suerte de estar en lo que, cuando la noche ya tocaba a su fin, un personaje del local acertó en definir como reducto. Quise encontrar un apodo más adecuado para tan peculiar local, así que ambos concidimos en llamarlo santuario, que le da algo más de clase. Y no porque el garito en cuestión derroche clase, para qué vamos a engañarnos, sino para recalcar su exclusividad, máxime en estos tiempos donde el euro ya hace imposible pensar en los precios de las viejas pesetas, ni por asomo.

¿Y en qué consiste esta exclusividad? ¿qué ofrece este reducto perdido en medio de los Madriles, este santuario de la noche? Pues básicamente un local donde cada dos por tres tocan grupos en vivo, abierto hasta las 6, 7, 8 de la madrugada, y con una lista de precios en la linea de un tercio a 1,60 euros... casi nada. Como decía el tipo con el que estuve hablando, sitios así en Madrid no abundan precisamente, por no decir que ya no quedan. El ambiente encima es bastante decente y, cuando se empieza a vaciar un poco, incluso hay banquetas donde sentarse.

El toque surrealista, imprescindible en este tipo de locales freaks alternativo, lo constituye principalmente el emplazamiento donde se ubica. El local no está a pie de calle, sino en el cuarto piso de un edificio que recuerda más bien al típico ministerio franquista; el portero, sin duda de aquella época, con gafas de culo de botella sobre una gran nariz, te saluda efusivamente al entrar por el portal, en plan "buenas noches caballero, ¿ha venido a la fiesta?"... ¡sencillamente impagable! Luego coges el ascensor, llegas al cuarto y, ya en el descansillo, te preguntas si no estás visitando a un narco, o una casa de putas, o qué se yo... Pero no, al abrir un par de puertas se empieza a escuchar el ruido, se empieza a percibir el ambiente, te acercas un poco más y, bingo, has llegado al santuario. Bebida barata, sin horarios, un grupo de rock ahí tocando, máquina de tabaco... todo.

A medida que avanza la noche, el local empieza a despejarse, pues si está muy lleno hay que reconocer hace bastante calor y se echa en falta una mejor ventilación. Entonces aparecen las banquetas, te sientas tranquilamente mientras "Jordans", un camarero gordito con aires de heavy y una barbita de chivo inquietante, te va sacando botellines y, oye, te sientes como el rey del mambo, como cuando sabes que estás haciendo algo distinto y mejor que la inmensa masa de borregos que salen a pagar 15 euros por entrar en el metro y pagar cada copa a 8. Luego, despejado el ambiente, los seres que en realidad han estado ahí todo el rato empiezan a resaltar, como buenos cerradores de bares, y empiezas a codearte con los típicos cuarentones barbudos y desaliñados, la mitad alcohólicos perdidos. En fin, un ambiente digno de culto, con música bien chula por cierto.

El caso es que, en realidad, la planta entera está habilitada para que grupos independientes alquilen unos pequeños locales insonorizados donde poder practicar, y este santuario vendría a ser como el bar donde luego se reunen y de vez en cuando dan conciertos. ¿Licencias? Tengo mis serias dudas, pero a quién le importa. La guinda la pone el mismo portero que estaba cuando llegaste a las 11 de la noche, ahí a las 7 de la mañana, e igual de amable que te saludó te despide: "¿Se ha divertido usted caballero? Me alegro mucho, ¡ahora a descansar!" XD

¿La calle? Misterio. El número, idem. Esto es como una de esas recetas de cocina súper secretas, pero ahí está el santuario, en algún rincón perdido de la vieja Madrid...

Un saludo!