2006/07/10

La Gran Gallardonada

“Vamos a enterrar una autovía de más de cincuenta kilómetros”.
Suena bien ¿verdad?

La jugada maestra del alcalde. Cualquier estudiante de marketing de primer curso te dirá que el mejor negocio no es conseguir nuevos clientes, sino fidelizar a tus seguidores. O sea, que te vuelvan a votar. Para un político, lograr ser elegido de nuevo es extremadamente difícil, pero a la vez muy simple: sólo hay que dejar las cosas mejor de lo que estaban antes. Solucionar los problemas del ciudadano.

Como todos sabemos, las inquietudes del habitante de la gran ciudad tienen difícil arreglo. La inseguridad, la delincuencia, la contaminación, el alto precio de la vivienda y todas esas cosas no se solucionan así como así. Otro estudiante de marketing un poco más avanzado te dirá que si no puedes solucionar un problema que ya exista puedes crear uno nuevo. Crear el problema y a la vez ofrecer la solución. En exclusiva.

Es muy simple. Si extendemos el caos absoluto en las calles durante dos o tres años, al volver al caos moderado inicial la sensación será de notable mejoría. Creeremos que todo está mucho mejor cuando, tras varios miles de millones gastados en realidad todo está igual. Un poco más bonito, tal vez. Más nuevo. Más presentable. Mejor.

Parece un buen plan ¿no? Un poco caro tal vez, pero eficaz. Nadie sale perjudicado y a cambio alguien se beneficia. Un poco más de tráfico molesta, pero nada más… Hemos perdido una o dos horas diarias de tiempo libre. Incluso los transportes públicos tardan más… son parte de la misma estrategia. En fin, pronto nos devolverán nuestro tiempo libre…


Pero en realidad sí hay gente realmente perjudicada… Hay gente que lleva semanas sin dormir más de una hora seguida. Para finalizar las obras antes de las elecciones hay obreros trabajando veinticuatro horas al día. A escasos metros de las ventanas de los vecinos del sur de Madrid trabajan a destajo. Enormes máquinas llenan sus palas con toneladas de tierra y rocas y las vuelcan incansablemente durante toda la noche en inmensos camiones metálicos, levantando nubes de polvo y suciedad. Cada pocos segundos un pitido indica cada vez que una máquina avanza marcha atrás, y es un sonido tan estridente que a las cuatro de la mañana atraviesa ventanas, contraventanas, persianas y tapones en los oídos. Y a veces hay otras máquinas trabajando… Unas máquinas que con una especie de percutor de metro y medio de acero se dedican a romper el asfalto de debajo de nuestras ventanas. No es que se escuche un ruido infernal. Es que se siente. Se nota temblar. Cientos de vecinos no pueden más…


Noches enteras sin pegar ojo.
Nerviosismo según se va apagando el día y se acerca la noche…
Esperanza de que las obras paren esta noche.
Desesperación cuando empiezas a escuchar el asfalto resquebrajarse.
Somnolencia. Asma. Estrés. Cansancio. Ansiedad. Irritabilidad. Depresión.


Eso sí, cada vez que lo cuentas alguien sonríe, te mira fijamente, sonríe y dice:
- ¿Y lo bonito que te va a quedar el barrio?

4 comentarios:

Mike dijo...

Supongo que tampoco será tanto como crear problemas para luego resolverlos, me explico: al final la cosa quedará mejor, para qué vamos a engañarnos. Sin embargo es megalómana la forma en que el alcalde ha planificado estas obras, que realizadas de forma más gradual hubieran supuesto muchos menos inconvenientes para el ciudadano de a pie. Pero claro, entonces el efecto de cara a las elecciones sería menor... ¡manda huevos! Yo doy fe de que este año he ido y vuelto de Valdemoro casi todas las semanas y cada trayecto era una sorpresa, con vías cortadas, otras improvisadas, curvas bastante peligrosas puestas de golpe y porrazo, aparte de los atascos claro.

Un saludo!

Serge dijo...

Cualquier día dirá que se prohibe cualquier tipo de obra en Madrid para acabar con las zanjas y todos aplaudirán como borregos :)

Vale, es una exageración pero yo creo que algo de eso de crear el problema y la solución en un mismo pack, sí hay...

Ya puede quedar todo muy mono, porque si no sólo le van a votar las inmobiliarias.

Ramsey dijo...

Yo sólo pienso en la relación calidad-precio. Póngamonos en que la calidad es fabulooooosa. Entonces tendremos que:

Calidad = fabulooooosa
Precio = fabulooooooso (cientos de miles de millones -de las antiguas pesetas, se entiende-)

Así, en el mejor de los casos, la relación calidad-precio será normalita. Y eso dejando de lado el puteo de las obras para los ciudadanos.

Y, digo yo, ¿no había en esta ciudad problemas con el nº de camas en los hospitales, la atención a la tercera edad, el transporte "público" colapsado, y demás hierbas?

Pero, claro, esas cosas no lucen tanto, ya que sólo las ven quienes las disfrutan, es decir, los más necesitados. Lo bueno de este sistema es que, así planteado, llegará un momento en que los más necesitados superarán a las clases medias, y entonces no quedará más remedio que hacer algo por ellos... suponiendo que aún haya capa de ozono, o petróleo, o personas.

Por todos estos motivos pienso q

Ramsey dijo...

Gallardón ha cometido un gran error: ya que pensaba gastar tanta pasta -nuestra-, ¿porque no ha creado Matrix para conectar a todos los madrileños? No creo que fuera más aparatoso que estas obras.

Saludos!