2010/03/01

Publicidad

Hace mucho que les tenía ganas... pero esto no me impide ser objetivo. Es fácil ser objetivo cuando, por muy predispuesto que estés en contra de algo, esto se revela como una verdadera ruina moral. No importan los peyorativos que se emplean cuando las palabras apenas sirven para expresar la miseria humana concentrada en torno a la actividad del publicista, al menos en lo que se refiere al ámbito nacional.

Mi vida ha cambiado en parte por la publicidad y, aunque no puedo echarle toda la culpa, lo que no le perdono es haber hecho daño a una persona que me importa, haberle arrancado lágrimas y desconsuelo a una cara siempre sonriente y predispuesta, de pura impotencia, de pura explotación, de puro abuso, todos ellos cimentados en la degeneración más corrupta y hedionda del pozo donde anida el consumismo más enfermizo, el hedonismo más casposo y la falta de escrúpulos más flagrante. Y no porque no haya, entre la maraña de vulgaridades, anuncios ingeniosos, divertidos e incluso auténticas obras de arte, sino más bien por el truculento telón de fondo.

La publicidad... Ellos, los que viven de ella -y que son fundamentalmente las cúpulas pisando sobre legiones de esclavos subcontratados- se consuelan pensando que cumplen una labor informativa. En la práctica, cualquier artimaña vale para meter por los ojos, orejas, o por el culo vaya, cualquier producto a sus desprevenidas víctimas. Se cobran cantidades obscenas de dinero por trabajos realizados por chavales sin contrato y sin espectativas, pero con muchas ganas los pobres infelices; y cuando se cobran estas cifras de vergüenza por nada, es normal que el mundillo que nos ocupa caiga en la autocomplacencia más indulgente y que sus directivos se crean grandes artistas, alternativos y progres, pero realmente amorales y materialistas hasta las fibras más íntimas de la carne misma. Ellos lo saben. Quieren creer sus historias de brillantes creativos, pero en el fondo saben que sus indecorosos sueldos, sostenidos por indecorosas tarifas, se cimentan sobre el indecoroso sometimiento de todos esos esbirros que les hacen el caldo gordo, pensando tal vez que algún día serán como sus amos carroñeros.

No voy a personalizar este post, no voy a hablar de empresas ni de personas. No voy ni siquiera a referirme a ese gusano que, arrastrado por el lodo hasta Madrid, llegó para destruir ilusiones, escondido tras un aura de buenrollismo cínico y malévolo. Pero duele ver cómo buscas su nombre en Google y sólo encuentras noticias de sus grandes logros, cómplices de esta explotación sitemática; porque en publicidad "todo el mundo sabe que no se paga". Con esta premisa, muchachos ilusionados con la idea de un oficio creativo e ingenioso muerden el anzuelo más negro y corroído del sistema, se pasan años trabajando en negro, sin contrato, sin finiquito, sin paro, haciendo todas las horas extras del mundo, quedándose a trabajar hasta las tantas de la madrugada, para que sólo el peso lento pero inexorable de la desesperanza les haga entender que, al final, han servido para untar bien de grasa la corrupta maquinaria en que se basa el siniestro aparato que es la publicidad.

Supongo (doy por hecho) que habrá excepciones. Gente honrada. Gente trabajadora. A estas personas, si alguna vez llegan a leerme por cualquier motivo, les pregunto si realmente merece la pena ser un diamante en medio de una gran moñiga de vaca; y no se trata de que dejen de ser lo que son, porque potencialmente el oficio es bello, pero de esa belleza delicada que se marchita con facilidad. No, les corresponde limpiar la mierda y no mirar en otra dirección mientras sus compañeros de oficio engordan una tendencia suicida, porque al final los culpables siempre pagan, antes o después, y con ello arrastran a quienes eran buenos, pero no hicieron nada...

Y al otro grupo, a los esclavos: despertad. Dicen que la práctica de no pagar en el mundillo de la publicidad empezó porque había jóvenes dispuestos a no cobrar un duro con tal de trabajar de creativos glamurosos y súper chulis. Valientes imbéciles. Hay muchas ramas creativas que no beben de la publicidad y donde al menos se paga, por el amor de Dios. Denunciad a los sindicatos, apuntad a vuestras empresas para una inspección laboral: es tal la degradación imperante que sólo basta un gesto para que este sistema podrido se venga abajo por su propio peso. No seáis unos de esos tantos miles que, después de ser explotados durante meses sino años, se van con una palmadita en la espalda, una mano delante y otra detrás, a resignarse y lamentarse en silencio...

Las opiniones vertidas en este post son de un servidor y sólo un servidor. Por respeto a la gente que quiero, no caigo en la tentación de apuntar a nadie, pero ya lo creo que lo haría, a ver quién cojones era el guapo que se atrevía a cuestionar cuanto digo si le pongo nombres y aporto datos. Dad gracias, pedazo de malnacidos.

Un saludo!

1 comentario:

Mike dijo...

Me dicen por ahí que el mundo de la publicidad no es ninguna excepción, y que el panorama que describo puede aplicarse a muchos trabajos en muchos sectores. Evidentemente hablaríamos aquí de la precariedad laboral, abriendo un tema amplísimo a la par que preocupante, reflejo de una tendencia de la que en cierto modo ya venía hablando en post anteriores.

De la publicidad sólo sé por quienes me han contado, que han sido unos pocos. Dicen que es el máximo exponente de esta dinámica humillante y no sé si será cierto, pero desde mi punto de vista tiene muchas papeletas. He querido hablar de excepciones porque soy consciente de que no se puede generalizar a estos niveles, al menos no bajo una crítica tan implacable. Quizás sean excepciones más numerosas de lo que pienso.

En cualquier caso, el propio Club de Creativos, según pude saber, declaró oficialmente que en la publicidad debía cambiar esta dinámica de no pagar a los empleados en "training",o de lo contrario se daría una fuga de creativos a otros sectores, con el consiguiente perjuicio para el gremio de publicistas. Si lo dicen ellos mismos, habría que tenerlo en cuenta, sin duda mucho más que mi poco expertas palabras.

Y una última reflexión: será una estupidez, pero puestos a ser explotado, prefiero serlo por un tipo de traje oscuro, gomina, un puro sostenido por una siniestra sonrisa (diente de oro incluido) y los símbolos de dolar reflejados en los ojos, que por un poppy alternativo y cool, de buen rollito, ecologista, melenitas y gafapasta, que luego se delata como el más despiadado de los tiranos.

Un saludo!