2006/10/16

Reflexiones filosóficas (1)

Queridos amigos e hipotéticos (al cubo) lectores, sirva este post como pequeña carta de presentación a mis nuevas "Reflexiones filosóficas (X)", donde X será un número del 1 a lo desconocido a lo largo de mi recóndita mente. Aunque pensaba poner varias reflexiones de golpe, alguien me ha dicho que las publique individualmente, de forma que puedan ser comentadas y/o entendidas por separado; me parece bien, así lo haré. ¿Y qué son estas reflexiones de que hablo? Bueno, pues son eso: pensamientos breves (en su mayoría) sobre distintas situaciones de la vida, basados, por supuesto, en mi experiencia.No pretenden dar lecciones, aunque sin duda a más de uno iluminarían su mediocre psique; no así a mis compañeros de blog, de quienes sólo espero los comentarios que consideren oportunos y, por qué no, que después de tantos años me vayan conociendo, si cabe, un poquito más. No encontraréis, en las "máximas" que vaya publicando, referencias a lo concreto, sino más bien a lo abstracto: lo que escapa del tiempo y el espacio, aplicable a todas las personas en todos los lugares y a todas horas. Por último, una aclaración: nótese que, lamentablemente, solemos reflexionar y madurar más ante las adversidades que las alegrías; por tanto, es posible que el lector aprecie un fondo negativo en mis reflexiones, un poso de recelo, una visión pesimista. Espero haber explicado el motivo, ¡también tengo mi lado optimista y desenfadado! Dicho esto, comienzan aquí las reflexiones de este humilde hombre...

<--La base de toda ideología o convicción, creencia, alineación o tendencia que se precie es la capacidad de rectificar. No es tanto la duda cartesiana como la consciencia de saber y tener presente, siempre, que no somos infalibles y podemos, por tanto, estar equivocados. Nuestros pensamientos pueden ser firmes y decididos, pero siempre abiertos a escuchar y, aun más, a la permeabilidad de nuevas ideas. Se puede decir, sin miedo a equivocarse, que quien más está dispuesto a rectificar, más se acerca al verdader conocimiento; por tanto, no es necesariamente una cuestión del hecho (rectificar en sí), sino de la posibilidad (estar abierto a). Quien siempre ha tenido una idea firme, inamovible, desde hace largos años, por una simple cuestión de probabilidad, seguramente ande escaso de verdadera experiencia: no sólo no ha escuchado, tampoco ha vivido. Los que no escuchan, pero viven, rectifican por lo bajo, avergonzados: no hacen sino proseguir en su ignorancia. Por fin, paradójicamente, sólo aquellos dispuestos a rectificar podrán llegar al fin de sus días diciendo que nunca se vieron en la necesidad.-->

Un saludo!

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