2006/10/09

Tocando fondo

Hay teorías, no poco interesantes, sobre manos que mecen la cuna, conspiraciones, intereses ocultos, grupos de presión, quienes mueven los hilos y nos conducen cual rebaño de cabras, obejas o demás animalillos. Este post no va a hablar sobre ello, ni siquiera va a contemplar la veracidad o no de estas doctrinas, sino más bien centrarse en un mínimo aspecto de tales síntomas, tan pequeño y al mismo tiempo tan impresionante en su medianez intelectual, que de por sí sólo bastaría para justificar la rebelión de las masas... si no estuvieran idiotizadas.

Y es que, grupos secretos de por medio o no, vivimos en unos tiempos en que la falta de valores y las tendencias predefinidas están en auge. Nos trazan el camino a seguir y, mientras lo recorremos, sólo pensamos en "llenar el buche", llegando a creer ilúsamente que realmente tenemos unos criterios propios. Para quien haya visto "La Isla" de Michael Bay, realmente no hay mucha diferencia con esa "sociedad", sólo la que nosotros creemos en base a la simple relatividad de nuestra propia ignorancia.

Dicho lo cual, quisiera en este post denunciar el último atentado que he contemplado contra la maltrecha integridad intelectual del españolito de a pie: ¡estafas públicas, no a pie de calle, sino a pie de habitación! ¿Alguien ha puesto algunos de los canales privados en horario de madrugada? "Concursos" con un par de fantoches invitando al pobre telespectador a llamar a nosequé teléfono de pago para conseguir el gran premio gordo. Luces, sonidos, zooms, colores... ¿quien lo hubiera dicho? Han elevado el negocio de las tragaperras a algo completamente digno, qué digo yo, cuasi prestigioso.



Así son las cosas... "¿Cómo ganamos un poco de dinero extra? Muy fácil Fulanito, inventamos un concurso donde nos llaman miles de engañados, les ponemos la miel en los labios y concedemos el premio, ¡que equivale a un centésimo de lo que hemos recaudado! Vaya, Menganito, ¡es usted un genio!" Menudos genios... siempre me ha llamado la atención la gente que se cree muy lista por aprovecharse de los demás, sin pararse a pensar que, si todos fueran como ellos, la sociedad apestaría. Y así están las cosas: ya no basta la publicidad, ni siquiera la televisión de pago, ahora manipulan públicamente al personal, invitándole a llamar a un teléfono de pago porque "¡Uy, casi lo tienes, por poco! La siguiente llamada será definitiva, ¡no te rindas!".

Un saludo!

6 comentarios:

Nash dijo...

Hombre, Mike, en parte de acuerdo y en parte no. Me explico. Aprovecharse de los demás está mal, hasta ahí coincidimos. Engañarles para ganar dinero es algo inmoral e incluso ilegal ¿verdad? Se denomina timo, hurto o robo, según el caso.

Sin embargo, convencer a alguien de que gaste algo de dinero para así "comprar" la posibilidad de ganar mucho más es algo tremendamente frecuente. Y si no es ético, tacha de tu lista las rifas de los colegios, los boletos de los scouts, las tragaperras, todo el sistema de apuestas incluida la organización nacional de ciegos españoles e incluso el organismo regulador de las loterías y apuestas del estado, responsable del deseado gordo de navidad (y dependiente del ministerio de economía y hacienda).

¿Mi opinión? En fin, el hecho de comprar una posibilidad creo que debería ser ilegal, por muchas pamplinas que nos cuenten sobre la ilusión que le da a miles de españolitos de vidas tristes y vacías... mejor que vayan al cine ¿no? De hecho ellos estarían absolutamente felices si siempre les tocara el reintegro, y eso económicamente idéntico a no comprar lotería...

Mike dijo...

A mi la apuesta y tal, por el contrario, no me disgusta. El problema, una vez más, es la forma, que no el fondo: realmente hay que ver uno de esos pseudoprogramas para reconocer que no andan muy lejos del timo, no te digo ya llamar a uno de sus teléfonos.

Es como si en el casino el crupier te dijese: "¡ánimo señor, ya lo siento, la siguente vuelta es suya, no lo dude!". En las tragaperras, por ejemplo, es obligatorio el correspondiente aviso de ludopatía. En ambos, la mayoría de edad es un requisito legal, como en los bingos, carreras de caballos y demás.

Está claro que nadie te obliga a picar el anzuelo, pero me parece muy lamentable que la televisión haya terminado sirviendo para esto... y de esta forma.

Un saludo!

Ramsey dijo...

Yo también opino que la forma importa mucho, pero es que incluso los juegos de azar más "respetables" son claramente manipuladores: a bote pronto, viene a mi cabeza cierto alopécico que en Navidad nos reparte suerte soplando sus polvos mágicos en nuestras caras desde televisores, marquesinas de paradas de autobús, revistas, en fin, desde todas partes. Habría que regular la forma, creo que sí; en cuanto al fondo, eso ya no lo tengo tan claro.

Bye!

Mike dijo...

Podrían poner un anuncio como en los paquetes de tabaco, por ejemplo en la lotería: "ATENCIÓN, LAS ESTADISTICAS DICEN QUE TENDRÍA QUE VIVIR USTED 13.200 AÑOS JUGANDO CADA SEMANA PARA SER GANADOR DE EL GORDO".

Definitivamente no tiene mucho sentido prohibir los juegos y tal, característico de comunidades o ideologías puritanas (franquismo sin ir más lejos), pero sí que debería informarse al posible consumidor de la realidad, sin explotar o aprovecharse de su ilusión.

Un saludo!

Nash dijo...

Tenéis razón, tampoco vamos a ponernos a prohibir más cosas a estas alturas... Eso sí, me gusta el tipo de advertencia que propone Mike en el dorso de los billetes de lotería. Y por favor, que el calvo deje de soplar... es que acojona ¿verdad?

Ahora en serio, fijaros en lo que nos venden realmente en el anuncio de navidad...
¿Dinero? ¿riqueza? ¿lujo? NOOO!
Felicidad. A tu alcance por sólo 20€
¿No la quieres? Es baratita...

Ramsey dijo...

Por cierto, respecto a eso de que las ideologías puritanas prohiben el juego, sí a medias: una cosa son los casinos y tragaperras, otra la lotería y similares: durante el franquismo la lotería nacional prosperó, y apareció la ONCE con sus cupones, también muy vendidos. En definitiva, los juegos de azar con cierta apariencia de respetabilidad y, creo, controlados de algún modo por el Estado, triunfan; los otros, se proscriben.

Bye!