2006/11/24

Ensayo sobre la profesionalidad

En esta sociedad en que vivimos, regida por una economía de mercado, hay una característica que brilla sobre todas las demás en cuanto a procesos de intercambio y compra-venta: la profesionalidad. Los norteamericanos, que son padres de esta filosofía -básicamente desarrollo personal mediante el trabajo en un entorno supuestamente plagado de oportunidades-, pueden, por lo general, darnos unas cuantas lecciones en este sentido; y es que, si bien chapuceros hay en todas partes, más de un conocido compra productos de EEUU antes que a dos manzanas de su propia casa. Yo mismo, en mi experiencia, no guardo más que elogios para aquellas empresas/tiendas estadounidenses que me han vendido algún producto.

En España, por desgracia, la cosa es diferente. En mi opinión, de todas las empresas nacionales, la que más conserva este espíritu profesional de que venimos hablando es El Corte Inglés, sin lugar a dudas. En estos grandes almacenes el cliente tiene la razón DE VERDAD; no hay racaneo, ni cutreo, ni chapuceo: si algo no te gusta, lo cambias... o, por qué no, te devuelven el dinero. Si algún aparato sufre una avería, al día siguiente tienes el técnico en casa. ¿Quieres pagar a plazos? Sin problema. ¿Dentro de tres meses? Sin problema. Listas de boda, puntos regalo, todo tipo de servicios imaginables... ¿Quién no ha comprado algo en El Corte Inglés por si había que cambiarlo o devolverlo y en otro sitio, donde te ahorras 2 euros, te ponían pegas?



Hay algunas otras empresas bastante dignas y, en este sentido, parecería que la filosofía americana funciona: las empresas más grandes y productivas son, al mismo tiempo, las más serias y profesionales. Una empresa no puede crecer a base de explotar a sus empleados y mal servir a sus clientes, esto resulta claro viendo algunas de las empresas más grandes y prósperas de España, al lado de otras cutres y roñicas, plagadas de peruanos mal pagados y colas de clientes frustrados. Por desgracia hay excepciones y no precisamente pocas, como situaciones de monopolio (ej. Telefónica en sus "mejores" tiempos) o casos en que todos los empresarios de un gremio son unos mafiosos amorales, encima amañados (ej. banqueros, constructores, peleteros, veterinarios, fontaneros, dentistas, mecánicos...). Luego hay realidades como McDonalds, donde una empresa prospera poco más que dando migajas de pan a sus empleados y ofreciendo carne de mona a los consumidores... Aun así (que no es poco), yo creo en una economía de mercado, donde la iniciativa propia, la libertad individual y la propiedad privada sean una realidad; sin que a nadie le corten las alas, con garantías de que el esfuerzo y las ideas sean reconocidos, donde las personas destaquen por lo que son y no sean conducidas como rebaños de obejas mediante consignas prefabricadas. Creo, en definitiva, en la LIBERTAD.

Sin embargo, también creo en la figura de un Estado que garantice estos postulados, ya que por sí mismos no se sostienen, como he explicado anteriormente; a mi no me vale eso de la mínima intervención y tal, ni tanto ni tan calvo. Esto ya lo hemos hablado con los amigos: creemos en una sociedad donde el Estado asegure una serie de servicios/productos básicos y además sirva como árbitro imparcial de un sistema en el que creemos, pero debe basarse, en definitiva, en eso llamado profesionalidad. Lo que pasa es que, al parecer, unos lo llamamos de una manera y otros de otra; esto merecería otro post que espero escribir algún día, el papel que juega la simple percepción en nuestras supuestas ideologías, tiene gracia el asunto.

Pero bueno, me estoy desviando del tema: profesionalidad, profesionalidad y profesionalidad. Yo trabajo en una librería anticuaria con mi padre, uno de los mercados posiblemente más sanos en cuanto a libre competencia, oferta de todo tipo, variedad... donde realmente la profesionalidad debe ser el toque de distinción. Siempre insisto en lo mismo: garantía, servicio especializado, honestidad... ¡hay tanto chapucero! Profesionalidad no es sólo presencia (que también), algo muy típico de algunas empresas: parecen algo y por dentro son una puñetera bazofia, lo digo por experiencia. Pero, en definitiva, resulta frustrante comprar un producto o servicio a quien intenta racanearte, engañarte o manipularte, se me ocurren decenas de ejemplos. ¡Quién no ha adquirido algo defectuoso para comprobar con horror como tardan meses en atenderle, o ni contestan las llamadas, o devuelven respuestas predefinidas! ¡Cuántos comerciales charlatanes vendiendo medias verdades! ¡Cuántos presupuestos realizados sobre la marcha, aleatorios, vagos!

Hace días decidí llevar mi proyector al taller para que reajusten los cristales RGB, ya que los colores se mezclan levemente en los bordes, supongo que debido al uso tras seis años. Estamos hablando de, literalmente, manipular seis tornillos, cosa que supongo harán con algún aparato o máquina adecuada. El chico del taller me dice que la elaboración del presupueso cuesta 65 euros + IVA en caso de rechazarlo, ¡toma ya! Intento comunicarme con él, en plan: "y si os digo más o menos lo que le pasa, que lo he visto con mis propios ojos, ¿no podéis darme una idea aproximada?". Su respuesta, tan sencilla como deprimente :"no". A lo que respondo: "¿puedo entonces hablar con un técnico para contarle mi experiencia al menos?", me dice: "lo siento, ahora no está". Entonces yo: "¿y puedo llamarle a alguna hora?", el chico: "no, lo siento, los técnicos no pueden atender llamadas". Por último: "¿cuándo os pondréis en contacto conmigo?", la respuesta: "en unos 15 días". Joder, estuve a punto de mandarles a hacer puñetas, pero con calma me dije a mi mismo que, muy probablemente, el tiempo empleado en encontrar algún otro S.T.E. autorizado para descubrir que era más de lo mismo no habría merecido la pena. Así que luz verde... Ahora me pregunto si serán profesionales, o se aprovecharán de que es un producto caro y me intentarán cambiar veintisiete piezas para cobrarme 300 euros por la "reparación". Y yo me pregunto ¿realmente hay derecho a esto?



¡Ay, si yo fuera ricooo, rico, rico, rico, rico, ricorri! Me estoy imaginando el flash: "señor, su presupuesto ya está listo, son 249 euros + IVA, ya sabe que de no aceptarlo tiene que abonar la elaboración del mismo, de 65 euros + IVA". Y yo respondería: "pues, querido muchacho, meteos los 65 euros por el culo junto con mi proyector, que aquí os dejo. Eso sí, voy a decirle a mi amigo Armstrong, de Sony España, la clase de talleres autorizados que tienen". Y él: "¡aaaaaaaaaaaahhhhhh, perdone Don Miguel, aquí tiene su dinnnerrroooooooohhhhh!, sólo eran seis miserables tornillossssss, lo confiesooohh!". Entonces le diría: "hijo, las cosas, para hacerlas bien, no basta con haberlas aprendido..." y me marcharía chascando los dedos, a la vez que éstos lanzan una moneda de euro reluciente, en plan propina, mientras me alejo lentamente, dando la espalda al infeliz y subiendo al Lamborghini que acaba de detenerse frente a la entrada. El muchacho quedaría inerte, mirando a la pared, babeando mientras se replantea su futuro y la moneda de euro tintinea en el suelo...

Mi querido abuelo decía que un país es, en definitiva, la suma de sus individuos. Nosotros, como consumidores, tenemos el derecho y el deber de exigir, en todo momento, desde un restaurante hasta un concesionario de coches, un trato profesional. Así ganamos todos. Y si no, pues entonces mejor ir al Rastro y demás mercadillos, donde nos tenemos que sacar las castañas del fuego pero, al menos, nos ahorramos unos eurillos.

Un saludo!

5 comentarios:

Serge dijo...

El tema de la economía de mercado y la crítica al liberalismo salvaje es uno de mis predilectos... veo que en el fondo tenéis posturas bastante próximas, me gusta ver a Miguel criticando el Estado mínimo y hablando de valor del intervencionismo estatal.

Para mí incluso lo que dice Ramsey es insuficiente, demando más. No sólo derechos sociales,y prócura existencial (perdonad mi jerga de abogado)sino utilizar la maquinaria pública para asegurar que los ciudadanos puedan vivir en condiciones de IGUALDAD, disfrutando no sólo de aquellas necesidades imprescindibles para la supervivencia, sino también para el desarrollo del individuo (invirtiendo más en cultura, por ejemplo).

Rechazo de plano el modelo liberal,en el que la vida es una fiesta en la que participan unos pocos. Y me repugna la pasividad de la gente que no lo ve, o que no quiere verlo.

Serge dijo...

Por ciero Mike, hablando de otras cosas del post ( es que has mezclado tantos temas...) yo si me tengo que quedar con una empresa, fnac por goleada, para mí es mejor que ir a Disneylandia.

Serge dijo...

Marioooo

Nash dijo...

Jejeje, ya veo que los comentarios se han desviado un poco del tema... sobre el modelo de estado estamos bastante de acuerdo todos, lo ha descrito Ramsey perfectamente.

Por supuesto en España hay una falta de profesionalidad tremenda. Pero no os engañéis. Las empresas que ensalza Mike o las corporaciones foráneas que hacen las cosas como debe ser no lo hacen para mejorar la situación, favorecer al proletario o aumentar el nivel de vida. Lo hacen porque es rentable. Sin más.

España es una economía de mercado muy joven y aún está aprendiendo a preocuparse más por el medio-largo plazo que por el dinero inmediato. Pero la nueva generación de empresarios ya se empieza a preocupar por la profesionalidad, por hacer bien las cosas y que además las cosas parezcan bien hechas.

Mike dijo...

La FNAC tampoco está nada mal, la verdad. Yo llevé a cambiar una tarjeta de memoria ya abierta y no me pusieron pegas.

Lo del proyector es de coña: me dijeron 10-15 días y, pasado un mes, aun no tengo noticias. Mientras tanto, mi hermano ha llevado la moto a revisión y, sin consultarle, han reemplazado varias piezas innecesariamente.

Ojalá tengas razón Nash y surja una nueva generación de profesionales honrados.

Un saludo!