2006/11/14

Reflexiones filosóficas (7)

<--El envidioso codicia los bienes de otro. El celoso no es sino un envidioso de los sentimientos: puede resultar más comprensible, pero no por ello deja de ser condenable. Ambos encontrarán todo tipo de argumentaciones tras las que justificarse, incluso ideologías completas, pero jamás encontrarás a personas que se odien tanto a sí mismas, o como mínimo se quieran tan poco...-->

Un saludo!

14 comentarios:

Serge dijo...

La verdad es que nunca había conocido lo que era la envidia hasta que empecé a trabajar,fliparías si vieras cómo se despedaza la gente sólo por ese sentimiento. Es asqueroso.

Mike dijo...

En efecto, la envidia es, en definitiva, sentirse mal por lo que tú mismo consideras el bien ejeno, punto. Es decir, criticar, maldecir, incluso preferir o justificar una situación de miseria común con tal de que "ese cabrón" pierda todo eso que en el fondo quisieras para ti.

Bastante despreciable y, por desgracia, relativamente común. Dicen que en España hay mucho envidioso, estoy de acurdo. Si, tras decirle a un amigo o conocido que has conseguido un gran trabajo, o has comprado un coche, o una casa, o te ha tocado la lotería, compruebas como su cara se retuerce, levemente, tras lo que fuerza una sonrisa, o critica fervientemente algo concreto desde un punto pretendidamente paternalista... desconfía.

Yo, en mi experiencia, he comprobado esto especialmente con mi coche, para quien no lo sepa, un Corvette C4 Coupe. Realmente he dejado de mencionárselo a algunas personas al darme cuanta de que, en su psique, el decirles "mi Corvette tal o cual" era poco menos que escupirles a la cara y pisotearles... verdaderamente descorazonador. Reacciones las he visto de todo tipo: desde el que se callaba, miraba al vacío y al cabo de apenas un segundo cambiaba de tema, o el que se cagaba en el coche como quien da su opinión desinteresada, o quien me dedicaba un "qué bien" más artificial que los pechos de Ana Obregón mientras su gesto se comprimía extrañamente...

Qué curioso, cuánto materialismo hay en el mundo y qué pena aquellas personas que no sólo otorgan tanta importancia a los bienes, sino que en el fondo los codician con toda su alma detrás de un velo hipócrita maquillado de solidaridad... Quién sabe, supongo que en algunos casos será medio comprensible de puro patetismo, al fin y al cabo, nadie dice que el mundo sea justo.

Por eso decía que los celos son, al menos, más humanos, en cuanto en este sentido lo que anhelas es el cariño o el amor. No dejas de sentirte mal porque otros lo tengan, lo cual es muy triste, pero lo que quieres no es un puto coche, para que usted me entienda, Sr. Frodo.

Un saludo!

Anónimo dijo...

Por mi parte, no sé si puede establecerse una separación categórica entre celos y envidia; no digo esto para minusvalorar al celoso equiparándolo al envidioso, sino más bien por matizar un poco el "odium" existente hacia el envidioso.

Me explico: para mí, el motor que mueve al envidioso es el mismo que mueve al celoso. Éste no es otro que el afán de ser objeto de sentimientos de aceptación por parte de su prójimo, que en el caso del celoso se concretan en el amor. Ocurre, sin embargo, que si en el caso del celoso la relación entre celos y objeto anhelado es directa, en el caso del envidioso existe un paso intermedio, que tiene que ver con la dimensión social de la envidia, esto es: dado que está mal visto anhelar la aceptación social de otro, se cree "neutralizar" el anhelo en la percepción de los demás interponiendo un paso intermedio entre la envidia y su objeto final, paso intermedio que se materializa en forma de puesto de trabajo, de coche, de acción meritoria... Sabiamente, el lenguaje popular suele hablar de "celos" cuando el hermano pequeño se resiente por la llegada del hermanito recién nacido, o cuando la abuela cree que la atención que se le debe se le está prestando a otra persona. Aquí, precisamente, no hay paso intermedio.

En cualquier caso, esto nos pone ante los ojos a un envidioso tan comprensible y tan digno de compasión como el celoso; más aún, el celoso es consciente de lo que realmente anhela, mientras que el pobre envidioso tiene una percepción distorsionada de ese punto.

Otra cuestión a discutir sería el hecho de que el paso intermedio se concrete con frecuencia en posesiones materiales o en cuestiones laborales. Por otro lado, sería interesante discutir por qué nos sentimos forzados a hacer ver que no anhelamos aceptación, sino objetos, esto es, por qué creemos (aún inconscientemente) más confesable socialmente una cosa que la otra. A mi ver, sólo esto dice ya mucho acerca de la sociedad en que vivimos...

Anónimo dijo...

yo por eso comparto

(claro,que luego asi me da la candida...)

Mike dijo...

Nutty Prof., ¿quién cojones eres? En cualquier caso, muy interesante tu reflexión, ricemos un poco más el rizo, a ver hasta dónde llegamos...

Dejemos de lado al celoso, que envidia los sentimientos, lo cual según tú es algo socialmente aceptado, y por tanto, sea como sea, ahí está.

Vamos con el envidioso. Dices que anhela, en el fondo, la aceptación social, pero confunde ese deseo con el de los coches, casas, etc. porque... ¿no está socialmente aceptado el buscar la aceptación social??? Yo te entiendo perfectamente, pero creo que te vas demasiado a lo abstracto, es decir, creo que el envidioso, al igual que el celoso, sabe muy bien lo que quiere, aunque tal vez su rencor llegue a cegarle.

Pongamos como ejemplo a una familia normal y corriente, plenamente aceptada en la sociedad: el padre curra en un trabajo normal, la madre a media jornada en alguna otra cosilla, los chavales a clase. Viven normal, se van un mes de vacaciones, en Navidades tiran un poco la casa por la ventana... Pero el vecino Joey tiene un nuevo Audi... "¡Y le odiamos, tesssoro!".

El padre de familia, un señor con unos ingresos medios, una buena mujer y dos mozos bien majos, está aparentemente aceptado en esta sociedad, pero siente eso llamado envidia al ver a su vecino con el Audi... Entonces, ¿qué busca realmente al envidiarlo? ¿La aceptación social, o el coche? Y si es el simple coche, como yo pienso, ¿por qué?

Para mi la envidia no es tanto una cuestión de aceptación social como del valor que otorgamos a las cosas. Me explico: no es tanto lo que la sociedad acepta o no como lo que el propio envidioso considera o no importante. Es decir, probablemente sólo él valore el coche más allá de lo que el vecino del Audi nunca ha sospechado, no es por tanto algo social como personal.

Está claro que en esta sociedad en que vivimos se alimentan valores como los coches, los móviles, los viajes y cualquier puta cosa por encima del honor, la dignidad, la sensatez, etc., etc., pero de ahí a decir que alguien no es socialmente aceptado por no tener un Audi...

Definitivamente, yo creo que el envidioso es el primero que no se acepta a sí mismo, no la sociedad. Tal vez los bienes materiales, dada su más que probable escasez moral, le hagan llenar un vacío infinito. No hay más, sólo eso: coches, dinero y casas. Es triste, pero es lo que pienso.

Para apoyar mi teoría, te planteo ejemplos como los que envidian a todo un grupo, en abstracto, por ejemplo, a todos los ricos... "Y les odiamos, tesssoro!". ¿Acaso los ricos están más aceptados? Yo diría más bien que viven en otra galaxia. O a profesiones determinadas, o incluso a países ¿¿¿???

Sin embargo extraigo algo exquisito de tu aportación: si lo que vengo diciendo es medio correcto, acabamos de descubrir a una persona que, además de malvada (se siente dolida por la felicidad de los demás), es estúpida (lo percibe como felicidad sólo ella misma), lo cual es sin duda excepcional y explicaría el por qué esta gente me da tanto asco... y no, no les envidio ;-)

Un saludo!

Nash dijo...

Bueno, pues yo estoy de acuerdo tanto con Mike como con nuestro nutty "anonymous" professor (Mike... ¿de verdad que no sabes quién es?).

Del rico el envidioso anhela sus coches, sus ropas, sus comidas, sus casas... Pero aún más envidia su estilo, su carisma, sus viajes, sus mujeres... es decir, su modo de vida. Y es algo que sabe de sobra nuestra bienamada publicidad; lo que de verdad "queremos" es estar en ese grupo de los ricos, y teniendo un audi, un rolex, unas nike y un ático es como llegamos a "ese nivel".

Y es que el hombre, más que tener las cosas que envidia, sueña con ser envidiado. Por cierto, es impresionante cómo seis líneas de ¿reflexión? pueden dar lugar a miles de palabras de ¿comentarios?

Serge dijo...

De acuerdo con lo que decís sobre los envidiosos y discrepo respecto a los celosos, habéis sido muy condecendientes al decir que están socialmente aceptados.

A mí me parecen todavía más despreciables,lo que padecen no es envidia de los sentimientos como dice Mike, ni anhelan amor como dice Profesor, bienvenido seas quien seas, Nutty.

El vicio que les distingue está en un plano diferente a la envidia. Suelen ser personas que objetualizan a los demás de tal forma que tienen la necesidad de poseer su atención exclusiva y a la vez son completamente incapaces de entregar generosamente el amor que reclaman. Conscientes de ello se sienten inseguros de poder conservar lo que creen les corresponde por su intelecto/belleza/carisma e intentan establecer vínculos de dependencia afectiva y emocional minando la autoestima de la persona-objeto de su propiedad y anulando su personalidad. Así que ojito con estos vampiros espirituales porque son mucho peores que los envidiosos, al fin al cabo los últimos sólo se hacen daño a sí mismos.

Mike dijo...

Para Nash: ¿y qué esperabas? Mis reflexiones filosóficas no son moco de pavo, sino producto de milenios, qué digo, eones, vividos en este omniverso... Bueno, como diría el Súper Agente 86, ¿me creerías 28 años? Sobre lo de la forma de vida y tal, al envidiar algo abstracto, ¿no estaríamos descubriendo al envidioso-celoso? Tal vez sea un medio camino, porque sigo pensando que hay quien sólo quiere cosas -aunque, como he dicho, reconozco que, tal vez, en su psique estas cosas signifiquen algo, pero en cualquier caso, algo percibido particularmente, lo cual de cualquier forma no es un estilo de vida socialmente reconocido... totalmente fascinante-.

Para Sergio: el prototipo que describes, en mi opinión, no es el simple celoso. Como dice Nutty Prof., ¡la abuela o el primogénito celosos no son como dices! Ese individuo más bien sería el celoso patológico, es decir, quien tiene un problema a nivel mental-emocional, o al menos eso quiero pensar. Pero haberlos haylos, la verdad, y bastantes... de hecho conocemos a alguno/a que al menos presenta indicios, por desgracia.

Lo que subyace es el mismo principio que según mi visión caracteriza al propio envidioso: tal vez para sus parejas, por poner un ejemplo, o para la sociedad en general, son (serían) gente completamente válida, pero es su propia no aceptación la que les lleva a retorcerse hasta que aquellos que les querían, en el fondo, les acaban despreciando o, si son algo tontos, babeando esclavizados. Todo un drama...

Creo que tanto el envidioso como el celoso, al beber de las mismas fuentes, son definitivamente parecidos: Sergio ha descrito un caso extremo de celos... ¿quién se atreve con uno extremo de envidia? Y, como le comento a Nash, ¿con uno de celos-envidia?

La verdad es que, escribiendo sobre estas cosas y tal, ¡cuánta razón tenía el Sr. Cipolla que mencionaba Ramsey!

Un saludo!

Anónimo dijo...

¡No me puedo creer que Nash y Ramsey sean los únicos que se han dado cuenta! Veamos: professor... latinajos... gramática del XIX...

Ring any bells?

Mike dijo...

La verdad es que, en cuanto Nash se ha sorprendido de que no te reconociera enseguida, he pensado que eras Pitu, ¿acierto? Lo del profesor, el latín y tal, parece bastante definitivo. Ten en cuenta que yo no cuento con la ventaja cronológica.

Un saludo!

Serge dijo...

Anda, pues ahora que lo dices... coño claro, bienvenido ¡al hogar Pitu!

Para Mike: sigo pensando que envidia y celos están en planos distintos. Es una cuestión de matiz, pero no me parecen equipararables porque veo los celos más cercanos al egoismo que a la envidia.

Evidentemente he descrito un caso extremo, pero aplicable al hermano mayor y a la abuelita en grados leves. Lo que le ocurre al hermano mayor, por ejemplo, no es que tenga envidia del cariño que le tienen sus padres al hermanito de turno, sino que considera que sus padres le pertenecen a él en exclusiva, y que no deben desviar su atención. Pero no es envidia, es puro egoismo.

Me gustaría que un psicólogo me dijera si pertenecen o no la misma familia de patologías o no, pero sea como fuere, tu post de sabiduría milenaria ha dado mucho de sí :) A ver si alguien se inventa un caso extremo de envidia y seguimos dándole vueltas.

Saludo!

Mike dijo...

Sergio, estoy casi seguro de que un psicólogo no tendría ni puñetera idea de responder más que aportando su propia visión, vamos, pero esto es una opinión personal.

A mi lo que dices del egoismo no me cuadra completamente por un sencillo motivo: la persona egoísta no suele andar escasa de autoestima, seguridad y confianza, en todo caso más bien sobrada de todo ello. Sin embargo, tanto el celoso como el envidioso -yo a mis trece-, suelen ser individuos faltos de estas características, de ahí su obsesión por buscar fuera: el envidioso no valora lo que tiene y el celoso, ante todo, no se valora a sí mismo.

De todas formas, por mi parte, esto ya no da mucho más de sí... Todas las opiniones me han parecido muy interesantes: la de Pitu, la de Nash, la tuya y lo más curioso es que, de acuerdo o no, en cualquier caso me han ayudado a enriquecer la mía. ¡Basta con leer todos los comentarios para ver hasta que punto hemos divagado, alegado, aportado y reflexionado!

Un saludo!

Ramsey dijo...

Veo que ya está todo dicho, llego tarde! Bueno, aún repitiendo ideas, allá voy: pienso que la inseguridad está detrás de casi todo. Celoso, envidioso, egoísta... Tanto da. Y creo que el egoísmo no es amor por uno mismo, sino por la imagen que se tiene de uno mismo. Por eso la gente lo confunde, igual que confunde el orgullo con la autoestima.

A un nivel distinto se encontraría el "egoísmo inteligente", aquel que nace de comprender que, ayudando a los demás, también nos ayudamos, porque ls necesitamos tanto como a nosotros mismos. ¿O acaso alguien, en alguna ocasión, se ha sentido mal por apoyar a otro ser humano?.

Así que ya sabéis, si necesitais que os echen una mano, aquí estoy :)

Bye!

Mike dijo...

En efecto, hijo, ya es tarde... ¡pooooodeeeeerrrrr!!!

Un saludo!